La penúltima carta del presidente de la Generalitat
En un texto escrito en castellano y firmado como president de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont dice que su demanda “atiende la petición de numerosas personalidades e instituciones internacionales, españolas y catalanas que plantean una oferta de diálogo”. Recuerda que el pasado 1 de octubre (1-O) más de dos millones de catalanes votaron a favor de la independencia y “encomendaron al Parlamento el mandato democrático de declararla”, y destaca que estos resultados se suman a los de las últimas elecciones en el Parlamento catalán “donde una mayoría votó las fuerzas independentistas”. Luego, Puigdemont traslada dos peticiones a Rajoy. La primera, que revierta “la represión contra el pueblo y el Govern de Cataluña”, haciendo mención especial a los líderes de las organizaciones soberanistas ANC y Òmnium y al major de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, citados a declarar también ayer en la Audiencia Nacional de Madrid por delito de sedición.
La segunda petición es concretar “cuanto antes” una reunión que permita explorar acuerdos. Finalmente, el presidente catalán pide “que no se deteriore más la situación” y que se actúe con voluntad, “reconociendo el problema y mirándolo a la cara”.
Además de las dos páginas de texto que ocupa la carta, hay dos más que incluyen una lista de enlaces con documentos. Puigdemont adjunta un anexo con documentación que incluye el discurso del pasado día 10 de octubre, la ley del referéndum, los resultados de las últimas elecciones en el Parlamento e informes de organismos internacionales denunciantes la violencia policial del 1-O.
Las definiciones del presidente catalán, Carles Puigdemont, contenidas en su carta de respuesta al ultimátum del Gobierno español fueron ponderadas por algunos actores como una sabia apelación a desactivar lo que se avizora como choque de trenes.
Desde Madrid, en cambio, descalificaron el pronunciamiento y a su autor por ambiguos, y ratificaron el rechazo a cualquier negociación. Para el Ejecutivo de Mariano Rajoy y su conservador Partido Popular, el presidente catalán se mofa de las instituciones y no da muestras de abandonar su actitud desafiante en la misiva presentada ayer, al filo de los plazos perentorios impuestos.
Pero así como la indefinición y el cada vez más difícil equilibrio que pretende exhibir Puigdemont le han comenzado a restar apoyos entre los aliados más radicales de la causa independentista, como son los anticapitalistas de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), a Rajoy le pueden jugar en contra determinaciones tajantes en virtud de una supuesta autoridad moral que no todos le reconocen. El apoyo de los socialistas dio ayer una muestra de fisura cuando el líder de esa fuerza en Cataluña, Miquel Iceta, tildó de “desproporcionada” la prisión sin fianza para dos líderes civiles del independentismo.
Además, a Rajoy se le abrió otro frente que no deriva de la corrupción que envuelve a su partido, ni del desafío catalán. Se trata de los incendios que arrasan su terruño de Galicia, que desnudan falta de previsión oficial y que pueden ser más voraces que el atragantado grito independentista.