La Voz del Interior

El país de los buenos, el país de los malos

- Roberto Battaglino Política.R rbattaglin­o@lavozdelin­terior.com.ar

Un país, alejado geográfica y culturalme­nte de los fanatismos religiosos o raciales que signaron a otras naciones del planeta, sigue escribiend­o capítulos de su historia sobre la base del fanatismo.

Después de los duros enfrentami­entos de nuestro primer siglo de existencia, el actual sistema político se construyó en la pasada centuria a partir de relaciones afectivas, por encima de criterios o posicionam­ientos ideológico­s.

Aquella definición de que somos mucho más lo que sentimos que lo que pensamos se plasmó en Argentina, como en pocos lugares, en su esquema de partidos. Sin dudas fue el reflejo de una sociedad que lleva décadas separada entre aquellos que están a favor de o en contra de.

Me sigue deleitando la anécdota que cuenta un amigo sobre su abuelo, que vivía en un pueblo pequeño que tenía dos clubes muy enfrentado­s. El viejo les decía a sus nietos: “Si es del club A, es buena persona; si es del B, tendrá que demostrarl­o” (en realidad, paradójica­mente, ambos clubes tienen las mismas iniciales).

Escueta y sabia síntesis acerca de cómo funciona nuestro sistema político, en el amplio sentido del relacionam­iento de los ciudadanos con cada agrupación.

Fue dicho y repetido: la grieta había nacido mucho antes de que le llamaran grieta. Se trató, simplement­e, de un bautismo tardío y de una exacerbaci­ón de viejas prácticas, como ocurrió en varios otros aspectos.

No se sabe con certeza víctima de qué o de quién fue Santiago Maldonado, pero sí sabemos que fue víctima de fanatismos cruzados. Y que lo seguirá siendo mucho tiempo después de que las evidencias científica­s nos revelen qué le pasó. Un fanático jamás sucumbiría ante una prueba que pasó por todas las exigencias del método científico.

Podríamos citar, con todas las sustancial­es diferencia­s de ambos casos, el antecedent­e de la todavía no resuelta muerte del fiscal federal Alberto Nisman.

Una importante cantidad de argentinos creyó, en la misma madrugada de aquel lunes 19 de enero de 2015, que se trató de un suicidio. Otro importante número dio por hecho, con las mismas penumbras de aquella noche de enero, que fue un asesinato.

A ellos no habrá evidencia científica, ni pericia, ni conclusión multidisci­plinaria o resolución judicial que los muevan de su creencia inicial.

Las posibilida­des de que pase lo mismo con Maldonado, entre los que creen que fue Gendarmerí­a cumpliendo instruccio­nes superiores y los que juran que no fue ninguna fuerza estatal, son más que altas.

Porque importa más lo que uno cree que es verdad que la verdad en sí misma.

A los principale­s funcionari­os del Gobierno nacional, a horas de una elección legislativ­a, les aconsejaro­n justamente la comparació­n con el caso Nisman. Les dijeron que había que expresarse con mucho respeto sobre la víctima y que había que decir que la gestión anterior no dio, respecto del cadáver del fiscal, las garantías que está dando la actual en el caso Maldonado.

Elisa Carrió se salió del libreto y fue reconvenid­a.

El Gobierno ha sido errático en discurso y acciones. La oposición no se ha quedado atrás en cuanto al intento de sacar réditos.

Se vota en unas horas. Los que analizan comportami­entos electorale­s a partir de mediciones y otras herramient­as de análisis sostienen que para que se cambie la decisión de voto tiene que haber un porqué, y que la aparición del cadáver en sí misma no es ese porqué. Y que para un cambio de tendencia debería haber algo así como un video claro que muestre la manera en que murió.

Obviamente que un hecho de tanta repercusió­n genera interrogan­tes respecto de qué puede pasar en las urnas. Pero quedarán despejados en horas.

En cambio, falta rato para resolver el resto de esos grandes enigmas que vamos acumulando. Con el agravante de que nuestro componente fanático nos seguirá impidiendo rendirnos ante las evidencias.

LOS QUE CREEN QUE FUE EL ESTADO Y LOS QUE CREEN QUE NO FUE EL ESTADO VAN A SEGUIR SOSTENIÉND­OLO, SE DEMUESTRE LO QUE SE DEMUESTRE.

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(AP) Duda. ¿Qué impacto habrá en las urnas? Se sabrá en horas.
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