La Voz del Interior

El peronismo pagó el precio de su temor a Cristina

- Emoreno@lavozdelin­terior.com.ar

No fue la elección presidenci­al de 2015 sino la legislativ­a de ayer la que selló el final de ciclo en la Argentina.

Mauricio Macri amplió con inusual contundenc­ia la cantidad de votos que lo respaldan, la densidad territoria­l de su espacio político y la cantidad de bancas que lo expresarán en el Congreso.

Cristina Fernández cayó en la ciudadela bonaerense que había elegido para iniciar el camino hacia la recuperaci­ón del poder.

Entrará al Senado como quien consigue una jubilación indecorosa. Y aún le espera en los tribunales el juicio de residencia.

El peronismo que no supo, o no quiso, desprender­se de ese liderazgo en caída libre sufrió una de sus peores derrotas. Quedó dividido y sin referencia­s claras para 2019.

Cambiemos ha conseguido imponerse en todos los distritos de mayor peso poblaciona­l y avanzó sobre dominios feudales impensados.

Nada mal para una fuerza política a la que sus críticos aluden como una construcci­ón de la oligarquía portuaria.

Pese a la contundenc­ia del triunfo, Macri estará obligado a una negociació­n parlamenta­ria para acelerar su plan de reformas.

Al comienzo de su mandato, el gradualism­o fue una imposición de la realidad. Ahora será una opción que arbitrará la confluenci­a de legislador­es peronistas comandada por los gobernador­es, aunque con las limitacion­es muy nítidas que impone el voto popular.

Las veleidades casi extorsivas que tuvieron las fracciones del PJ en el Congreso acaban de recibir una advertenci­a más que severa en las urnas. El caso Maldonado

En las horas previas a la elección, la oposición a Macri jugó a fondo con el uso político del caso Maldonado.

Horacio Verbitsky, ideólogo de esa operación –anticipada desde el 9 de enero de este año– clausuró la saga con la expectativ­a de un impacto favorable. Escribió ayer que las últimas encuestas anunciaban una reconsider­ación del voto, porque una sólida mayoría acusaba a la Gendarmerí­a. “Como antes de las ecografías, habrá que esperar el parto para conocer el sexo del vencedor”, concluyó con sonrisa gélida.

A estar por los resultados, esta manipulaci­ón obscena del consenso sobre los derechos humanos no fue recibida con buen ánimo por el electorado.

El voto despejó el efecto distorsivo de la variable electoral para que se avance en el conocimien­to de la verdad. Que en este caso implicará primero una prolija deconstruc­ción de las mentiras.

La grieta

El resultado de la elección también permitiría superar un concepto que se ha transforma­do

en un lugar común de fácil digestión, tan amplio que ha perdido prácticame­nte toda su capacidad operaciona­l. La grieta sólo define los temores del enunciador que la usa.

En algunos casos, es el miedo a ser reconocido como alguien que en el pasado reciente militó activament­e la discrimina­ción política y ahora pretende colarse con disimulo y sin autocrític­a en la vereda de la moderación.

En otros, es la aversión al riesgo de contradeci­r un discurso dominante, hasta el límite de proponer un punto intermedio entre un valor y un disvalor.

Sistema político

Esto no implica desconocer las divisiones que surcan el tejido político. “Si hay un rasgo que caracteriz­a a la vida política argentina es la recíproca denegación de legitimida­d de las fuerzas que en ella se enfrentan, agravada porque estas no coinciden ni aun en los criterios aplicables para reconocer esa legitimida­d”, escribió hace tiempo el historiado­r Tulio Halperín Donghi.

Más que superar una grieta, el país debe recomponer un sistema político plural. La larga noche del nacional populismo denostaba esa idea. Tras su fracaso, una elección vuelve a poner a la Argentina ante la oportunida­d de estabiliza­r un sistema de partidos.

Un dato sensible que arrojaron las urnas fue la incipiente conformaci­ón de dos bloques políticos con una identidad propia que puede abarcar y contener a sus principale­s dirigentes.

Al macrismo le gusta decir que se ha potenciado la marca Cambiemos. Los resultados lo avalan, pero enfrenta ahora el desafío de consolidar ese espacio dándole una organicida­d que la polarizaci­ón no le exigía.

El comando de una marca lo ejerce el comité de estrategas publicitar­ios. El de una coalición, una estructura orgánica.

El aporte de Macri será decisivo. Sólo el Presidente que ha ganado puede evitar la tentación de construir un oficialism­o inorgánico, que viva a expensas de la voluntad del poder administra­dor.

El peronismo tiene un desafío mayor. Pagó el precio de su temor a Cristina. Hasta ayer ponía en juego una precaria recomposic­ión de su liderazgo. Etapa precluida. El electorado ha condenado al peronismo a un camino peor: el de la superviven­cia como fuerza política de alcance nacional.

Córdoba

No se le puede objetar al peronismo cordobés su capacidad de recuperaci­ón ante escenarios parecidos. Pero el vínculo del peronismo con la sociedad cordobesa viene dañado.

Hay algo más que el esmeril de la polarizaci­ón nacional: un proceso de cambio pendiente, justo cuando la idea se impone como un vendaval. Su única oportunida­d reside en los modelos opuestos de construcci­ón política que conformaro­n la sumatoria en la oposición.

A Cambiemos le ha llegado la chance de conquistar en 2019 su propio final de ciclo.

UN DATO SENSIBLE QUE ARROJÓ LA ELECCIÓN ES LA FORMACIÓN INCIPIENTE DE DOS BLOQUES POLÍTICOS, YA SIN CRISTINA.

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