Cómo aumentó el poder del oficialismo en todos los frentes
El desempeño de Cambiemos explotó en cantidad de distritos y población. Pero se traduce débilmente en el Congreso, aunque hay una mejora respecto de 2015.
¿“Cuánto” poder consiguió Cambiemos al ganar, en términos generales, las elecciones del domingo? Es imposible saberlo. Pero se puede hacer un intento.
Si se comparan el desempeño y los logros con lo sucedido en la primera vuelta de la presidencial de
2015, cuando también se eligieron diputados en todas las provincias y senadores en un tercio de ellas, y se consideran algunas variables –entre muchas posibles– puede observarse que Cambiemos logró una mejora importante.
En este ejercicio se distribuye un máximo de mil puntos posibles según estos aspectos: el desempeño de Cambiemos en cuanto a la cantidad de distritos en que triunfó, el peso demográfico de esos distritos, la proporción total de votos que obtuvieron sus distintas fórmulas, la forma en que se traducirán esos sufragios en la composición de las cámaras del Congreso y la capacidad que tendrán las bancadas oficialistas para auxiliar al Ejecutivo en el Congreso.
Cada variable tiene razones para su relevancia: por ejemplo, ganar con mucha ventaja en un distrito muy populoso en manos de un opositor (por ejemplo, Córdoba) de alguna forma fuerza a Juan Schiaretti a evaluar si le conviene o no hacer una oposición cerrada a Mauricio Macri. O Cambiemos puede conseguirse muchos diputados, pero si sigue siendo una lánguida minoría en el Senado, entonces allí será imposible pasar proyectos referidos al reparto de impuestos o evitar que los opositores reviertan el eventual veto de Macri a una ley.
También se considera el poder de los opositores, a partir de la fortaleza que puedan reunir las primera y segunda fuerzas con sólo aliarse. O la capacidad que tiene el principal grupo opositor para sancionar o impedir una ley. En este caso, son 250 puntos que, en lugar de sumarse, se restan.
Mil puntos equivaldría a una imposible suma del poder público. Supondría que nadie presentó siquiera listas opositoras. Para alcanzarlos no basta tener desempeño perfecto, sino que no exista oposición capaz de restar nada.
Esas variables, surgidas tras la elección, se comparan con datos de
2015, tratados de igual modo. Para medir los votos, se toman los sufragios a diputados, dado que eso es lo único que se eligió en todo el país en ambos comicios.
Así las cosas, el resultado de este “poderómetro” es que, en 2015, Cambiemos había logrado sumar apenas 183,5 de los mil posibles. En cambio, el domingo sumó 348,4 puntos. Una mejora de casi 90 por ciento en el desempeño y en los logros políticos de Cambiemos entre una elección y otra.
De las variables elegidas (que son arbitrarias en este ejercicio que no tiene nada ni remotamente científico, vale aclarar), la mayor mejora conseguida por Cambiemos es en el impacto demográfico. En los 13 distritos en que ganó, vive el 82,5 por ciento de la población del país. En 2015, en los seis distritos que había ganado lo que hoy es aproximadamente Cambiemos (hubo lugares como Jujuy y Santa Cruz donde fue aliado con el massismo) vivía sólo el 23 por ciento de la población.
Otra mejora notable es en la cantidad de senadores que tendrá: un
50 por ciento superior al interbloque que había logrado formar tras la votación de 2015. El bloque en Diputados también mejorará, pero no tanto: 22,5 por ciento.
Sin embargo, esa mejora no se traducirá directamente en un cambio sustancial. En Diputados, Cambiemos seguirá siendo sólo la primera minoría (aunque esto puede por supuesto cambiar si la oposición se realinea), y en el estratégico Senado, ni siquiera eso: será una minoría, aunque pase de los 16 senadores con los que empezó en 2015 a 24 ahora.
Su capacidad de maniobra en el Congreso mejorará por el incremento de sus legisladores y también por la pérdida de los opositores. Tras la elección de 2015, si el FPV-PJ (al inicio unido en Diputados) se aliaba a la segunda fuerza (la massista UNA) podían sumar
117 legisladores. Desde diciembre, las primera y segunda fuerzas aliadas sumarían 93 legisladores, menos que los del interbloque Cambiemos.
En el Senado, la misma eventual alianza de los dos mayores opositores era capaz de sumar 43 de las 72 bancas, mientras que desde el 10 de diciembre sólo reunirán 37.
De todos modos, la pérdida de bancas opositoras en el Congreso no cambia demasiado la capacidad para obstruir al oficialismo. La primera fuerza, el FPV, tiene en Diputados apenas una minoría (detrás de la primera minoría, de Cambiemos) y eso seguirá igual. En el Senado, hoy el bloque del PJ tiene la primera minoría y está al borde del cuórum propio y seguirá en la misma condición, aunque con 28 bancas.
De todos modos, los realineamientos en ambas cámaras serán inevitables, con lo que estas cifras, sin dudas, se modificarán.