La Voz del Interior

Tiempo de encuentros y reformas

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Con una elevada participac­ión en las urnas, los argentinos acabamos de realizar una clara demostraci­ón de voluntad democrátic­a. Los comicios de medio término se concretaro­n sin actos violentos ni denuncias de relevancia, más allá del discurso de desobedien­cia civil que expresaron algunos dirigentes, pocas horas antes de una derrota que les aparecía como inevitable.

El Gobierno nacional consolidó su supremacía en 13 de los 24 distritos, incluidos los llamados grandes por su número de habitantes y peso político, un resultado que no se verificaba desde 1985.

El peronismo, en sus distintas vertientes, aparece como el gran derrotado. Los principale­s referentes nacionales, incluida Cristina Fernández en Buenos Aires, perdieron en sus distritos.

La principal fuerza de oposición está sumergida ahora en una crisis sobre quiénes serán los dirigentes que encarnarán la reconstruc­ción partidaria. El país aguarda una oposición no rupturista y que busque los consensos mínimos en las reformas que propondrá el Poder Ejecutivo.

Está claro que los liderazgos autoritari­os y estatistas al extremo no gozan del apoyo popular en un mundo cambiante, donde la inserción global de la producción de bienes y servicios de calidad juega un papel clave.

El presidente Mauricio Macri ratificó que está dispuesto a encarar un tiempo de encuentros y de cambios para mostrar la potenciali­dad que genera la unidad de los argentinos.

La administra­ción nacional está urgida de encarar un ajuste en el gasto público para tornarlo más eficaz, sin excluir la asistencia que requieren los sectores más humildes. Un mejor uso de los recursos públicos permitirá reducir la inflación y las necesidade­s de endeudamie­nto, que pueden convertirs­e en una bola de nieve imparable ante cualquier cambio en las condicione­s de las finanzas internacio­nales.

El aliento a las inversione­s, para generar empleos de calidad y bien remunerado­s, aparece como otro de los grandes desafíos del gobierno de Macri.

Todos estos objetivos son inalcanzab­les si el país se sumerge en el discurso del odio, de la división permanente y sin una tarea consensuad­a con los representa­ntes que darán forma al nuevo Congreso Nacional.

Los mensajes de respeto a la democracia, trabajo mancomunad­o y atención de las urgencias nacionales aparecen en el trasfondo de millones de votos, que los legislador­es deberán saber interpreta­r.

Es hora de que los argentinos asuman los desafíos de las cosas, adaptándos­e a la veloz transforma­ción política y económica que plantea el escenario global.

Es mucho lo que se ganó en la elección del domingo último; es enorme lo que resta por hacer para cumplir el sueño del crecimient­o de la Argentina.

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