La sombra del alcoholismo fetal
No hay niños pequeños sanos en adopción internacional. Generalmente se trata de niños mayores de 8 años, en muchos casos con hermanos o con patologías que no siempre son recuperables.
El sistema de adopción internacional en Europa del este comenzó tras el colapso de la Unión Soviética. Desde fines de los ’90 y por dos décadas, miles de niños fueron adoptados por parejas europeas.
El primero en advertir que algo ocurría con la población de niños adoptados en Rusia y en Ucrania fue Suecia. Constató que un alto porcentaje de esos chicos sufrían trastornos del espectro alcohólico fetal, una serie de malformaciones y déficits neurológicos, cognitivos y conductuales no reversibles provocados por el consumo de alcohol en el transcurso del embarazo.
El año pasado, España fue sacudida por noticias similares. Se estima que, en ese país, unos 20 mil niños fueron traídos desde Europa del este. Tres hospitales catalanes son los que en la actualidad llevan adelante las investigaciones que dan cuenta de una larga serie de patologías físicas, psiquiátricas y de comportamiento, que por años se trataron de manera aislada en niños adoptados y se resumen en trastornos vinculados al alcoholismo fetal. El síndrome alcohólico fetal (SAF) es el más más grave dentro de ese espectro.
Algunas de las características son físicas: surco menos marcado entre la nariz y el labio superior, cabeza pequeña, baja estatura, problemas de audición y de visión, y frecuentes patologías de corazón, de riñones y de huesos. Otros problemas son conductuales: hiperactividad, dificultades de aprendizaje y de coordinación, discapacidad intelectual, entre otros.