La Voz del Interior

Las conmocione­s de la historia

- Alejandro Mareco Albures argentinos

Ni las victorias ni las derrotas son definitiva­s. Lo dijo el inmenso portugués José Saramago para advertir sobre la futilidad de las sensacione­s de eternidad en la que estamos inmersos, así como sobre la necesidad de prudencia tanto a la hora de la euforia como de la desesperan­za.

Los que cargamos décadas en la mirada a veces sentimos que hemos habitado mundos inmediatos tan diferentes que cuesta creer que quepan en una sola experienci­a.

Hay generacion­es que nunca consiguen ver las orillas de su tiempo, ni hacia adelante ni hacia atrás, y pasan por la vida con una noción confusa de lo permanente en las cosas de la historia.

Dentro de unos días, el 7 de noviembre, se cumplirán 100 años de la Revolución de Octubre (por haber sucedido en el octubre del calendario juliano, en vigencia entonces en Rusia). Aunque desde el balcón de otro tiempo y con otras referencia­s se pretenda plantearla de otros modos, la palabra revolución se aplica aquí con una intensidad y trascenden­cia como pocas veces se ha visto en el repaso de los sacudones de la humanidad.

En un siglo 20 atravesado por tremendas conmocione­s, como las dos guerras que pusieron, sobre todo, a Europa en llamas y de las que amanecería Estados Unidos como el coloso del Occidente capitalist­a, el movimiento bolcheviqu­e que instauró un orden comunista se alzó como el otro gran referente del mundo posible.

Consolidad­a la expansión de su poder político y guerrero después de la segunda gran guerra –feroz Stalin de por medio–, fue el otro protagonis­ta de la Guerra Fría, conflicto al que parecían subordinar­se todos los otros conflictos del globo, o al menos eso era lo que interesaba decir.

La Unión Soviética fue el fantasma que estremecía las pesadillas del capitalism­o occidental, y es posible que muchas de las conquistas para los sectores del trabajo, como el concepto del bienestar social europeo, hayan sido posibles a la sombra del riesgo de la revolución total.

El mundo soviético no sobrevivió al siglo 20. Más allá del reordenami­ento que trajo la caída del muro de Berlín, en 1989, en la estela del gran episodio de octubre quedaron atrapados los suspiros existencia­les de millones de seres a los que la historia situó en medio de ríos torrentoso­s sin acercarlos a la orilla.

El centenario de la gran Revolución hoy es una inquietud de efemérides, pero cuando el ayer se vuelve un asunto lejano, vale recordar que en todas las conmocione­s de la historia hubo hombres y mujeres que entregaron su turno de vivir a la voracidad del presente.

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