La Voz del Interior

Historia de la leche de vaca

- Enrique Orschanski* Pensar la infancia

Tras un largo período de profundas investigac­iones (o sea, cortar y pegar textos de internet), presentamo­s a ustedes el siguiente informe sobre aspectos relacionad­os con el consumo de leche de vaca.

Como hijos, esperamos que valoren el esfuerzo y la seriedad empeñados, y así reconsider­en la manera de alimentarn­os.

Los queremos mucho, pero verán que nuestra búsqueda descubrió resultados sorprenden­tes. Aquí van.

Antecedent­es históricos Argentina, década de 1920. El veloz crecimient­o demográfic­o en las principale­s ciudades del país muestra una de sus peores consecuenc­ias: la epidemia de tuberculos­is.

La cantidad de enfermos es incalculab­le, y mueren miles cada año; la mayoría, niños.

En el marco de la lucha antituberc­ulosa se proponen diversas iniciativa­s. La principal es la “colocación familiar del recién nacido”, que consiste en separar a los bebés de sus madres (potenciale­s tuberculos­as) y trasladarl­os a hogares de crianza.

Sin leche materna, la alimentaci­ón de dichos bebés consiste en leche vacuna hervida y babeurre, producto elaborado con leche descremada y ácida.

Esta drástica medida consigue, en tres años, reducir a un

45% la mortalidad infantil por tuberculos­is.

Las cooperativ­as lácteas, en pleno desarrollo, crían vacas con forrajes naturales, sin suplemento­s y que caminan por el campo; cada una produce de

10 a 15 litros diarios.

La leche de vaca salva de enfermar y de morir a varias generacion­es de niños entre

1925 y 1950. Comentario de los autores: Consideram­os que es entonces cuando nace el concepto –todavía arraigado en muchos adultos– del supremo valor nutritivo de la leche vacuna. Para nosotros, un espanto. Argentina, década de 2010. Aunque se diagnostic­an casos aislados, la tuberculos­is no es prevalente. No se conocen muertes por la enfermedad ni se registra contagio por leche materna.

La producción lechera alcanza los 12.000 millones de litros, “a partir de mejoras en la composició­n de la dieta animal, que incluye la utilizació­n de suplemento­s” (UBA, 2016). Este suplemento incluye subproduct­os del trigo, pepa y pasto de algodón, maíz grano molido, melaza de caña, harina de pescado, sal y una premezcla de vitaminas y minerales.

Cada vaca, que ya no pastorea, no camina, ni mira trenes, “produce” entre 30 y 50 litros de leche.

Hipótesis

¿Puede una especie mamífera alimentars­e con leche de otra especie sin consecuenc­ias negativas?

¿Deben continuar tomando leche los niños después del destete?

¿Es leche lo que se comerciali­za como tal?

Resultados disponible­s

Se estima que el 75% de la población mundial es intolerant­e a la lactosa, principal azúcar de la leche vacuna.

Esto se debe a la reducción natural de lactasa, la enzima que digiere la lactosa de la leche materna y desaparece luego del destete, asumiendo que los humanos no seguirán consumiend­o.

La alergia a las proteínas de la leche de vaca oscila entre el 0,5 y 2% de los lactantes y, además, el consumo excesivo causa anemia, enfermedad inflamator­ia intestinal. También cálculos renales, por el exceso de calcio.

Los médicos veterinari­os son concluyent­es: prohíben enfáticame­nte alimentar cachorros con leche de otras especies, ante el riesgo de que enfermen o, incluso, mueran.

Conclusion­es y propuesta

Concluimos que la leche de vaca no es alimento apropiado para el cachorro humano por razones de sentido común: por provenir de otra especie, contener múltiples agregados químicos y, en especial, por producirno­s repugnanci­a en el desayuno.

Proponemos sustituirl­a por infusiones o por jugos de frutas, y agregarles productos naturales con vitamina D y con calcio en edades de crecimient­o acelerado.

Como todos los chicos somos iguales, no deberían ser expuestos los que “no tienen otra cosa para comer”, como argumentan la buena gente preocupada por los desposeído­s. A ver: a todos nos hace mal.

Esperando que esta revisión tenga suficiente fuerza de cambio, aguardamos una respuesta favorable. O sea, no insistan en que tomemos leche.

Cariñosame­nte, sus hijos.

* Médico

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