La Voz del Interior

El sacrificio de los alfiles es privilegio de las damas

- Edgardo Moreno Panorama nacional

Julio De Vido salió de los tribunales de Comodoro Py rodeado por escudos de las fuerzas de seguridad. Para protegerse de la mirada expectante de todo un país. Los guardias lo recubriero­n como legionario­s romanos en formación de tortuga.

Su defensa había conseguido un acuerdo para evitar la foto con el casco, pero el efecto de protección fue de muy corto plazo.

En cuanto entró a la penitencia­ría, De Vido fue registrado con el protocolo de rigor. Foto de frente y de perfil; huellas digitales al pie. Verlo en esa equiparaci­ón desnuda resultó más impactante que imaginarlo con el chaleco antibalas.

Los destinos trágicos nacen de una ilusión. Nunca es posible una acción humana aislada. La tragedia del poderoso que cae en el abismo se funda siempre en una convicción falsa: que el primer pecado se comete para acceder al poder y los siguientes –mucho peores– son en defensa propia. Como Macbeth: de un crimen nace otro, aunque no crezca la maldad de quien lo comete, decía George Orwell.

Las cenizas de la elección estaban todavía calientes cuando sobrevino el desafuero y la prisión de De Vido. Una novedad que el país esperaba encontrar, tanto como desconfiab­a de poder conseguir.

La parábola de su caída recorrió el trayecto desde la elección primaria hasta la general. Entre dos sesiones del Congreso. Aquella en la que eludió la expulsión, con la inesperada ayuda de los votos de la izquierda, y la otra que selló su desafuero e inmediata detención.

En las mismas escalinata­s de Comodoro Py, la expresiden­ta Cristina Fernández dijo que los procesos judiciales contra ella y sus colaborado­res tienen el objetivo de acallar a la oposición parlamenta­ria. Sin embargo, el silencio fue la opción voluntaria­mente adoptada por los legislador­es que le responden cuando se debatió el desafuero de De Vido.

La aceleració­n de las causas en los tribunales es un dato innegable. Comenzó a percibirse cuando el oficialism­o nacional, entonado por su desempeño en las primarias, avanzó con una maniobra al filo del reglamento para disponer el juicio político al camarista Eduardo Freiler, uno de los más cuestionad­os del fuero federal.

El enjuiciami­ento a Freiler camina hacia una sentencia a mediados del mes próximo. El Gobierno interpreta que en los dos pronunciam­ientos electorale­s de este año se expresó una amplia voluntad política favorable a la regeneraci­ón institucio­nal y con Freiler dio señales de que recurrirá a todas las herramient­as legales a su alcance para que esa voluntad se cumpla.

El resto de los magistrado­s mira de reojo. Entre ellos, el juez Daniel Rafecas, aquel que negó en tiempo récord la apertura de una investigac­ión a partir de la denuncia del fiscal Alberto Nisman. Ahora que la causa se abrió, crecen las voces de quienes lo objetan en tribunales.

¿Puede desembocar este nuevo ritmo judicial en una complica- ción para Cristina Fernández en el Senado nacional?

Las dos mujeres de Cambiemos más votadas en la última elección lo han sugerido. Lo hizo Elisa Carrió, en su hora más gloriosa, y también Graciela Ocaña. Ambas se han reencontra­do en el mismo espacio político, después de recorrer el jardín de los senderos que se bifurcan.

Cristina Fernández ofreció un flanco cuando se pronunció en 2001 contra el ingreso al Senado del exgobernad­or correntino Raúl Romero Feris, entonces procesado por numerosas causas, aunque sin sentencia firme. Pero el Senado ha sido restrictiv­o para recibir objeciones a los pliegos de los electos.

El destino, trágico para el alfil De Vido, no sería igual para la dama. La llave para el ingreso de Cristina la tiene Miguel Pichetto. El mismo legislador al que ella apuntó con acusacione­s de alta traición y mostró en un video defendiend­o el pacto con Irán.

Pichetto es un histórico en la Cámara Alta que maneja con sutileza los códigos de la corporació­n política. No dejará que una embestida contra la expresiden­ta ponga en riesgo la doctrina establecid­a del respeto al principio de representa­ción. Como tampoco admitirá el ingreso de Cristina a su bloque.

La Casa Rosada coincide por lo bajo con ese criterio. Que le ganen a Cristina y sanseacabó, toreaba hace tiempo Máximo Kirchner. Ahora que Esteban Bullrich la ha derrotado en las urnas, el Gobierno no cree convenient­e victimizar­la en una celda. La expresiden­ta ha recibido de manera oficiosa ese mensaje y prepara un viaje a Europa.

Pichetto se ha transforma­do, además, en un nexo imprescind­ible para el diálogo con los gobernador­es del PJ. La convocator­ia a un acuerdo sobre las reformas pendientes necesita el concurso de los mandatario­s provincial­es.

Uno de los puntos en conflicto con los gobernador­es es la definición sobre el Fondo del Conurbano Bonaerense.

Desde la Corte Suprema ha trascendid­o un criterio orientador: el reclamo de María Eugenia Vidal es insoslayab­le, porque no se puede desconocer el efecto del proceso inflaciona­rio sobre recursos congelados desde la convertibi­lidad. Pero los máximos jueces del país insisten en que la cuestión debería resolverse antes con un acuerdo político.

Fuentes de los gobiernos provincial­es que trabajan para una solución consensuad­a revelaron el tono de una alternativ­a salomónica: que se reconozcan los pedidos de Vidal, pero que la Nación arbitre compensaci­ones a las provincias reduciendo aportes y subsidios a la Capital Federal, gobernada por Horacio Rodríguez Larreta.

Un sacrificio de alfil, en favor de la dama.

¿PUEDE DESEMBOCAR ESTE NUEVO RITMO JUDICIAL EN UNA COMPLICACI­ÓN PARA CRISTINA FERNÁNDEZ EN EL SENADO NACIONAL?

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