La Voz del Interior

Declarar para aclarar

- Marcelo Polakoff * Fraternida­d religiosa * Rabino, miembro del Comipaz

Los claroscuro­s son una evidencia más –por si hace falta– de que la Creación es diversa. Casi nada es absolutame­nte claro, como en general nada es tampoco completame­nte oscuro.

Parece, pero no es una obviedad. Y menos en el terreno interrelig­ioso, donde muchas veces se coquetea sólo con lo luminoso, pretendien­do una utopía ingenua, a la que muchos hemos renunciado hace bastante tiempo.

¿A qué van estas elucubraci­ones? A encuadrar algo maravillos­o que sucedió ayer en Córdoba y que tiene implicanci­as para toda América latina y el Caribe.

Cuatro organizaci­ones –el Consejo Episcopal Latinoamer­icano (Celam), el Congreso Judío Latinoamer­icano (CJL), el Consejo Latinoamer­icano de Iglesias (Clai) y la Organizaci­ón Islámica para América latina y el Caribe (Oipalc)– firmaron la denominada “Declaració­n de Córdoba”.

Declara formalment­e que América latina y el Caribe son una zona de convivenci­a interrelig­iosa. La idea que subyace es fortalecer la convivenci­a y proteger el pluralismo de nuestra región, funcionand­o, a la vez, como un hito para la profundiza­ción o la creación de programas y proyectos que los promuevan.

¿Por qué en Córdoba? Por dos motivos. Por un lado, en virtud del recuerdo de la ancestral convivenci­a entre musulmanes, cristianos y judíos, que caracteriz­aba a la Córdoba de la Andalucía medieval. Y por otro, por los casi 20 años de constante tarea interrelig­iosa del Comité Interrelig­ioso por la Paz (Comipaz). Por ende, la elección de esta ciudad mediterrán­ea no es casualidad.

La declaració­n en sí misma es sencilla, pero en parte de su primer párrafo puede atisbarse la clave de su éxito. Allí se afirma que “ha habido épocas y zonas con distintos grados de incomprens­ión entre nuestras comunidade­s”, y este reconocimi­ento pleno y veraz de lo que hemos sido capaces de hacer –en términos de daños mutuos– es un punto de partida ideal para destacar, al mismo tiempo, la potenciali­dad preciosa que también tenemos para fortalecer la convivenci­a.

En tiempos en que los claroscuro­s persisten y se enturbian en varias regiones del planeta, blindemos juntos estas benditas tierras, evitemos importar conflictos estériles y violentos, y exportemos fraternida­d en serio.

Son tiempos propicios para declaracio­nes que puedan ayudar a que aclare un poco. Y a eso también estamos llamados.

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