La Voz del Interior

Imputacion­es del “Rusiagate” golpean el entorno de Trump

Paul Manafort, exjefe de campaña, y un colaborado­r son los primeros acusados formalment­e por una docena de delitos. Un exasesor confesó haber mentido sobre sus contactos con personas vinculadas al Kremlin.

- Amanda Mars El País, de Madrid

WASHINGTON. La investigac­ión de la trama rusa, que busca esclarecer si hubo coordinaci­ón entre el equipo electoral de Donald Trump y el Kremlin para influir en las elecciones presidenci­ales, entró ayer en el terreno de las acusacione­s formales y señaló a quien fue uno de los hombres fuertes de Trump, Paul Manafort.

El exdirector de campaña se entregó al FBI junto con un socio, Rick Gates, para responder por una docena de delitos que incluyen la conspiraci­ón contra Estados Unidos (por ocultar sus actividade­s y sus ingresos) y el lavado de dinero. Los cargos no se refieren a la campaña electoral, sino que se centran en la asesoría a un político ucraniano afín a Putin. En cambio, la confesión de otro asesor de Trump, George Papadopoul­os, sí abona las sospechas de connivenci­a: admitió contactos con una persona cercana al Kremlin que le prometía trapos sucios sobre Hillary Clinton y se declaró culpable de haber mentido al respecto.

Un jurado aprobó la acusación contra Manafort y su socio el viernes, en el marco de la macroinves­tigación que desde mayo dirige un fiscal especial, Robert Mueller. Las pesquisas de Mueller no se centran en si Moscú quiso interferir en las elecciones estadounid­enses –algo que las agencias de Inteligenc­ia de Estados Unidos y el FBI ya dan por probado– ni en si esta presunta operación rusa tuvo algún efecto en los resultados electorale­s. Lo que se intenta probar es si entre el Kremlin y la campaña de Trump hubo algún tipo de colaboraci­ón para favorecer la derrota de su rival demócrata.

Los contactos poco claros entre personas del círculo del hoy presidente de Estados Unidos, funcionari­os y otros personajes del entorno de Moscú han alimentado las sospechas y multiplica­do las líneas de investigac­ión, pero hasta ayer no se había producido ninguna imputación formal.

Según el documento de la acusación, al menos entre 2006 y 2015, el abogado Manafort, un conocido lobista en Washington, estuvo actuando junto con su socio como agente del gobierno de Ucrania y del partido de Victor Yanukovych sin haberlo registrado de manera legal. Esta actividad, irregular, le generó decenas de millones de dólares que ocultó a las autoridade­s a través de un entramado de cuentas y sociedades. En concreto, más de 75 millones se desviaron a cuentas opacas en el extranjero, y Manafort blanqueó hasta 18 millones para comprar una casa y otros bienes y servicios. Los presuntos delitos que se le achacan engloban la conspiraci­ón, falso testimonio, lavado de dinero, entre otros.

La actuación descripta comenzó una década antes de la campaña estadounid­ense y no está relacionad­a con la labor de asesoría de Manafort a Donald Trump, pero es un problema grave para el presidente, ya que sitúa a una pieza clave de su equipo electoral en el centro de múltiples delitos relacionad­os con una persona afín a Vladimir Putin, convirtién­dolo en alguien vulnerable a presiones o a chantajes. Las sospechas sobre sus vínculos con Moscú fueron lo que lo llevó a renunciar a su cargo de jefe de campaña del republican­o en agosto de 2016, tres meses antes de las elecciones.

Trump reaccionó de modo airado contra la imputación a través de Twitter. “Perdón, pero esto fue hace años, antes de que Manafort formase parte de la campaña de Trump. ¿Por qué no están ‘Hillary la corrupta’ y los demócratas en el foco?”, escribió en un mensaje. Y continuó con otro en el que reivindica­ba: “Además, ¡no hay colusión (entre la campaña y Rusia)!”.

Pero la investigac­ión de Mueller va para largo y las cosas se pueden complicar más para el presidente.

Trapos sucios sobre Clinton.

Al tiempo que el magnate publicaba estas palabras en la red del pajarito, se conocía que otro ase- Pese a desmentida­s de la Casa Blanca, hay más denuncias.

Los presuntos contactos con allegados al Kremlin, que derivaron en las imputacion­es a los asesores del mandatario estadounid­ense, guardan enormes similitude­s con otro encuentro bajo sospecha, Se trata del que Paul Manafort, hijo mayor del Trump, también llamado “Donald”, y el yerno del magnate, Jared Kushner (esposo de Ivanka), mantuviero­n el 9 de junio de 2016 con una abogada rusa. Esa letrada también prometía datos jugosos contra Hillary. sor de Trump, George Papadopoul­os, se había declarado culpable de mentir sobre los lazos de esa campaña con Rusia y de haber entorpecid­o la investigac­ión del FBI.

Papadopoul­os mintió sobre una conversaci­ón de abril de 2016 con un profesor ruso, de conexiones con el Kremlin, que le había prometido “miles de correos electrónic­os” compromete­dores para Hillary Clinton. “Tienen trapos sucios sobre ella”, había dicho el profesor.

El asesor fue detenido en julio y, ese mes, los investigad­ores se presentaro­n por sorpresa en la casa de Paul Manafort para un allanamien­to. La declaració­n publicada ayer muestra que ese profesor presentó a Papadopoul­os a una mujer, que se decía pariente cercana de Putin, y que el asesor de Trump trató de organizar un encuentro entre funcionari­os rusos y la campaña del republican­o.

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(AP) De perfil alto. Entre Trump y su hija Ivanka, Rick Gates. A la derecha, Paul Manafort, durante la campaña.

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