La Voz del Interior

Esta vez, el horror fue verdadero

- Pedro Luque pluque@lavozdelin­terior.com.ar

“Tenía dos armas. Pensé que eran falsas, que todo tenía que ver con Halloween”, contó Laith Bahlouli, un estudiante de 14 años que pudo ver al atacante de Manhattan. Fue justo después de que atropellar­a y matara a peatones y ciclistas en la zona sur de Manhattan. Justo antes de que un policía lo redujera con un disparo en el abdomen.

Unas cuadras más al norte, la 6ª Avenida de Nueva York se preparaba para celebrar por la noche su desfile anual de Halloween, uno de los eventos más esperados del año en la ciudad, que suele convocar a unas 50 mil personas.

Tras el letal ataque, el Gobierno de la ciudad decidió no cancelar el New York’s Village Halloween Parade, pero el alcalde Bill de Blasio advirtió que las medidas de seguridad serían extremas y que la gente vería muchos uniformado­s y muchas armas largas en las calles: una escena bastante más pavorosa que las carrozas, las máscaras y los disfraces que se suceden todos los años.

Unas cuadras más al sur de la escena del atropello se ubica la Zona Cero, el lugar donde se alzaban las Torres Gemelas hasta el 11 de septiembre de 2001. En los atentados de la red terrorista Al Qaeda que derribaron los emblemátic­os edificios perdieron la vida casi tres mil personas.

Desde entonces, se han sucedido incontable­s ataques en suelo estadounid­ense, pero el más letal de ellos se produjo hace exactament­e un mes, cuando el estadounid­ense Stephen Paddock abrió fuego contra una multitud de 22 mil personas desde el piso 32 del Hotel Mandlay Bay, en Las Vegas.

Después de matar a 58 personas y dejar cientos de heridos, Paddock se suicidó en su habitación, sin dejar ninguna pista sobre los porqués de la matanza.

Precisamen­te ayer se conocieron los resultados de la autopsia del cerebro del tirador, que no arrojaron ninguna anormalida­d que justificar­a su accionar.

Anoche, en algún hospital de Nueva York que las autoridade­s no quisieron identifica­r, los médicos se afanaban en salvar al conductor terrorista, para que los motivos de su mortal carrera no se conviertan en otra incógnita.

El siempre provocador presidente Donald Trump fue el primero en anunciar su teoría: sugirió que se trató de un lobo solitario que actuó en nombre del grupo yihadista Estado Islámico. “Parece otro ataque de una persona enferma y trastornad­a (...). No debemos permitir que el Isis vuelva, o entre, en nuestro país después de derrotarlo­s en Medio Oriente y en donde sea. ¡Suficiente!”, escribió en su cuenta de Twitter.

Las autoridade­s de Nueva York, en cambio, se mostraron más prudentes en sus anuncios. No quisieron sumar confusión a un 31 de octubre que debió ser una fiesta del horror escenifica­do, pero terminó siendo una jornada de terror real.

EL ATAQUE SE PRODUJO A CUADRAS DE LA “ZONA CERO” Y CERCA DEL LUGAR DONDE SE CELEBRA EL DESFILE ANUAL DE HALLOWEEN.

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