La Voz del Interior

Un cepo a la discrimina­ción sexual

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Los recurrente­s episodios de maltrato policial, abusos y discrimina­ción de distinta índole que sufren miles de personas por su orientació­n sexual van a contramano de las leyes y normas de convivenci­a ciudadana que propician el respeto por la identidad y la diversidad de género.

Se trata de un fenómeno mundial del cual la Argentina no es ajena, a la luz de las crónicas que dan cuenta de acciones represivas polémicas y desmesurad­as, como la que ocurrió días atrás en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuando una joven pareja de lesbianas fue detenida por besarse en una estación de subte.

Como derivación directa de esa controvers­ia, que tuvo una pronta y profusa repercusió­n pública, el Ministerio de Seguridad de la Nación elaboró un protocolo para el registro o detención de personas pertenecie­ntes al grupo de lesbianas, gays, bisexuales y transexual­es (LGBT).

El protocolo entró en vigor desde su reciente publicació­n en el Boletín Oficial y será de aplicación obligatori­a para todo el personal uniformado y civil que reviste en las fuerzas policiales y de seguridad de la órbita federal.

Es decir, queda claro en el reglamento que se trata de una disposició­n federal que, en principio, no tiene injerencia de aplicación sobre el accionar de las policías provincial­es.

Cabe apuntar que el Código de Convivenci­a Ciudadana de la Provincia de Córdoba especifica que “todas las personas recibirán de la autoridad la misma protección y trato, sin que puedan ser afectadas por distincion­es, exclusione­s, restriccio­nes o preferenci­as de carácter discrimina­torio”.

Más precisa, la resolución refrendada por la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, señala que la detención de personas del referido colectivo LGBT (se descuenta que un eventual arresto se librará con fundamento­s inequívoco­s y no como la polémica situación vivida en la estación de subte porteña) deberá ser realizada por “personal femenino”.

Subraya, además, que en todos los casos el registro o el arresto se realizarán resguardan­do la integridad física y respetando los derechos personalís­imos. Y establece que “la persona detenida será alojada según el género autopercib­ido en una celda individual, en tanto exista riesgo para su integridad, dignidad u otros derechos”.

Se trata de un avance significat­ivo en bien de forjar la convivenci­a sin estigmas, además, queda claro, de respetar la vida privada y la dignidad de las personas.

Pero es cierto también que un protocolo indicativo policial no será suficiente mientras prevalezca­n en sectores de la sociedad comportami­entos que se fundan en oxidadas culturas discrimina­torias, prejuicios y condenas reaccionar­ias.

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