La Voz del Interior

Perpetuapo­run alevoso femicidio

- Denise Audrito Correspons­alía

RÍO CUARTO. En Washington, localidad de 700 habitantes ubicada 130 kilómetros al sur de Río Cuarto, no es un secreto para nadie que José Luis Aguilera (42) es un hombre violento.

Pero Guadalupe Hertz (28), quien se había ido a vivir con él cuando tenía apenas 16 años, vivió 14 años de infierno, en silencio. Tuvo cinco hijos con él. Ella siempre negó que le pegaran. Los vecinos aseguran que en la casa se oían golpes, pero nunca gritos.

La mujer recién se animó a denunciarl­o en febrero de 2016, cuando le quebró los dedos al arrojarle encima una rueda de bicicleta. Aguilera, muy celoso, la habría presionado para volver a convivir. La violencia doméstica también regreso y finalmente, cuando Guadalupe logró irse de nuevo, él la asesinó a puñaladas, delante de sus cinco hijos.

El juicio por homicidio calificado se sustanció ayer, en los Tribunales de Río Cuarto, en una sola jornada. Ante las numerosas pruebas y el contundent­e testimonio de su exsuegra, Cristina Curtet, Aguilera fue condenado.

Los jueces Carlos González Castellano, Pablo Bianchi y Emilio Andruet, junto a los jurados populares, no dudaron en sentenciar­lo a prisión perpetua por femicidio.

Inmutable, como para agilizar el trámite, el imputado sólo expresó: “Me hago cargo y le pido disculpas a la madre”.

La abuela, que hoy padece la falta de recursos para sostener a los niños de la pareja, contó cómo, el día del crimen, una de las nenas llegó corriendo a avisarle que su papá estaba afilando el cuchillo para asesinarla­s a su madre y a ella. No pudieron detenerlo. Guadalupe falleció instantes después de recibir la agresión.

Sin ayuda

De acuerdo con la investigac­ión judicial, en febrero de 2016, luego de que Hertz denunció que era víctima de violencia de género, la Policía fue a notificar a Aguilera de la restricció­n de acercamien­to. La encontró en el domicilio, y le creyó su relato de que “se habían arreglado”.

Nadie sabe cuántos episodios más de violencia Guadalupe tuvo que sufrir para decidir irse de la casa, ocho meses después. Pero está probado que el 27 de noviembre del año pasado, luego de que alguien lo llamó “cornudo” en el bar del pequeño pueblo, Aguilera la quiso degollar.

Guadalupe escapó y pasó toda la noche en un cañaveral, en medio de un campo, atacada por alimañas. Entonces, se fue a vivir con su mamá.

Tres días después, a las 14, Aguilera llegó a la casa donde estaban su mujer, la suegra y sus cuatro hijos menores. Se bajó de su Renault 12 con la gran cuchilla recién afilada y mató a Guadalupe. Fueron siete puñaladas.

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(GENTILEZA PUNTAL) Dolor. La madre de la víctima, al declarar ayer en el juicio.

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