La Voz del Interior

El encanto de una justa reparación

- Hugo García hgarcia@lavozdelin­terior.com.ar

Así en la vida como en el fútbol, nada es para siempre. O casi siempre. Hace años Mario Kempes pasaba por Córdoba solamente para ir a su Bell Ville para visitar a su familia, a amigos y a encontrar nuevos bríos para potenciar su carrera como DT. Es más, siempre esperaba que llegara un llamado desde su querido Instituto para saber si le podría dar una mano para no tener que armar el bolso y partir para conocer otras culturas hasta transforma­rse en un trotamundo­s.

El recuerdo del goleador del 1978 estaba más presente en la gente y en la prensa que recordaba permanente­mente la gesta del título y la de haber sido el máximo artillero del primer título de mayores para nuestra selección. Y si bien “el Matador” agradecía el recuerdo permanente ante cada aniversari­o, quería dar vuelta la página y encontrar su lugar en el fútbol. Los requerimie­ntos eran tantos de nuestro país como de España, donde fue un prócer para el Valencia.

Ahora, sus regresos a Córdoba son distintos. Asumir el rol de analista en ESPN lo reposicion­ó y le dio otro lugar en el fútbol. Le dio actualidad, exposición y el contacto con la gente que comenzó a consumir al Kempes que podía aplicar sus vivencias para explicar situacione­s de juego. Así de simple y distinto.

En esa reinvenció­n comenzaron los homenajes. En 2010, el gobierno provincial le puso su nombre al Chateau Carreras, donde convirtió el primer gol el día de su inauguraci­ón, el 16 de mayo de 1978, cuando la selección argentina enfrentó a un combinado cordobés. Es más, hasta la vida del “Matador” se transformó en libro.

Así, la Agencia Córdoba Deportes impulsó la idea de tenerlo en Córdoba y transformó en un megahomena­je que contempló la presencia del “Matador” y la de Daniel Valencia, Luis Galván, Héctor Baley, Osvaldo Ardiles (estuvo su hermano Manuel), Américo Rubén Gallego (vino un amigo) y Miguel Oviedo, que fueron sus compañeros en la gesta de 1978.

Fue hermoso ver a todos unidos. Porque el reconocimi­ento para Mario Kempes fue también una justa reparación para quienes se sacrificar­on igual y que por su sola condición de jugar en el interior y no en Buenos Aires, donde siguen atendiendo “los dioses de la AFA”. Kempes hizo que la fiesta fuera de aquel equipazo de 1978. El exgoleador recibió la distinción de una camiseta de Instituto y del carné honorario, y de una de Talleres. Pero “el Rana”, “la Cata” y Galván también recibieron sus camisetas en una especie de gran reconocimi­ento.

Kempes, quien firmó sus libros a los presentes, había estado de gira mediática y en cada una de sus intervenci­ones rescató a muchos de sus compañeros que, como él, alguna vez se sintieron extraños en su propia tierra. “Fue un gran equipo. Hicimos lo mejor para nuestro fútbol”, dijo Kempes.

Y fue muy lindo lo de ayer. En especial, porque tuvo el encanto de una justa e histórica reparación.

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(FACUNDO LUQUE) Con viejos compañeros. Luis Galván, Miguel Oviedo, Miguel Olmedo y Washington Tomás Areco.
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Viejos colores. Defagot, titular de Instituto, le obsequió una camiseta.

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