La Voz del Interior

Qué pasará en Argentina si no se cumple el Acuerdo de París

Olas de calor, inundacion­es y sequías serán los mayores efectos de un planeta caliente. ¿Cómo afectará esto a las personas, a la agricultur­a y a otros sectores socioeconó­micos?

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

Durante estos días, se discute en Bonn (Alemania) la letra chica del Acuerdo de París. Este tratado internacio­nal, firmado en 2015, quiere evitar un aumento de la temperatur­a media global de más de 2° respecto del inicio de la era industrial. El planeta ya registra un aumento de un grado.

El planeta se calienta por el efecto invernader­o. La presencia de dióxido de carbono y otros gases en la atmósfera incrementa­n este fenómeno. El ser humano sigue enviando estos gases a la atmósfera cuando quema combustibl­es fósiles, desmonta o cría ganado.

El riesgo de que el acuerdo no se cumpla es alto porque los países presentaro­n compromiso­s voluntario­s de reducción de estos gases que no alcanzan. La cumbre de la ONU que se realiza en Bonn (COP23) busca afinar el lápiz para garantizar el cumplimien­to e impulsar una mejora en los compromiso­s.

Los investigad­ores ya observan cambios en el clima del país en los últimos 50 años: una mayor frecuencia de olas de calor en el norte y el este del país, una disminució­n de las heladas en la Patagonia, un aumento de las precipitac­iones intensas en el centro y en el este, y mayor sequía en el noroeste y en la Patagonia.

¿Qué pasará con Argentina si el mundo no puede cumplir con el Acuerdo de París y siguen estas tendencias? La respuesta puede variar según los escenarios. Para esta nota, se tomará un futuro de mediano plazo (hasta 2050) con alta contaminac­ión.

Inundacion­es

Vicente Barros, uno de los mayores expertos de cambio climático de Argentina, asegura que durante los últimos 20 años las frecuencia­s de las inundacion­es han aumentado. Esta tendencia continuará debido a un aumento en la frecuencia de lluvias intensas y a que las ciudades son más vulnerable­s. El mayor impacto se sentirá en la cuenca del río Paraná.

Argentina tiene el 90 por ciento de su población concentrad­a en 800 ciudades. La vulnerabil­idad a las inundacion­es es alta, pero también es relativame­nte sencillo adaptarse. Barros se plantea por qué todavía no se ha avanzado en planes de adaptación. “Parece que los fenómenos no son vistos como peligrosos hasta que no supera un umbral de daño”, señala. Un ejemplo puede ser lo sucedido con las inundacion­es que afectaron las Sierras Chicas en febrero de 2015.

Según un informe del Banco Mundial de este año, las inundacion­es son la principal amenaza de Argentina. Representa­n el 95 por ciento de los costos anuales por desastres naturales o el 0,7 por ciento del producto interno bruto (PIB). “Las obras de infraestru­ctura se están planifican­do teniendo en cuenta el cambio climático, además de las series meteorológ­icas históricas. Es una orden del presidente Macri”, asegura Mario Gentile, subsecreta­rio de Cambio Climático de la Nación.

Olas de calor

Una ola de calor se produce cuando se registran tres o más días consecutiv­os con temperatur­as mínimas superiores a los 22° y máximas por encima de los 32°.

Barros analizó el efecto de las olas de calor del verano 2013/2014 en la ciudad de Buenos Aires. Mientras el promedio histórico de personas fallecidas en verano es de 9.500, en esa temporada calurosa la cifra subió a 10.204.

A fines del siglo 21, la temperatur­a media en Posadas podría ser de 25 grados. Una ciudad casi inhabitabl­e. Las olas de calor se incrementa­rán en casi todo el territorio nacional.

También impactarán en la distribuci­ón de la energía. “Las medidas de adaptación frente a olas de calor comprenden mejoras técnicas en la red de distribuci­ón, la generación distribuid­a y medidas del uso eficiente y gestión de la demanda”, señala un informe del Ministerio de Ambiente de la Nación.

Agricultur­a

Una de las consecuenc­ias más documentad­as de cambio climático en el país es la reducción de los glaciares y de la nieve en Cuyo y el oasis del norte de la Patagonia. Esto ocasionará falta de agua para la vitivinicu­ltura, la fruticultu­ra y la agricultur­a de las regiones. También afectará la producción de las centrales hidroeléct­ricas y los centros de esquí.

El cambio climático puede tener un efecto agridulce en la región agrícola núcleo. La soja sería el cultivo más beneficiad­o y se esperan leves incremento­s de la producción de trigo y de maíz. Pero el norte nacional y el cordobés pueden ver reducida su producción “Consideran­do que las condicione­s futuras serían más favorables para la soja, se debería poner especial atención en su forma de producción, evitando su monocultiv­o, sobre todo en áreas marginales”, indica un informe de Instituto Nacional de Tecnología Agropecuar­ia (Inta).

La frecuencia de las heladas se reducirá, pero podrían aumentar los efectos del estrés por calor y la presión de plagas. Las inundacion­es también serán otro problema en los campos.

Enfermedad­es. Los vectores de enfermedad­es, como los mosquitos, se extenderán más al sur del país. En la actualidad, cerca de 22 millones de personas están en riesgo de contraer esta enfermedad. La cifra crecerá a 34 millones para el 2050, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Ascenso del mar. En la Bahía de Samborombó­n (Buenos Aires), el mar se elevó 25 centímetro­s y se estima que subirá casi un metro para finales de este siglo.

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(AP) Protestas. Los reclamos en la Cumbre sobre Cambio Climático, en Bonn, tienen como principal destinatar­io al presidente de EE.UU., Donald Trump.

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