La Voz del Interior

Personal Fest: cierre de alto nivelycarg­adodecontr­astes

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

muy impresiona­nte. Ahora tenés multipista­s infinitas, antes tenías que cuidar la cinta, se gastaba, era cara: no podíamos hacer muchas sobregraba­ciones. Ahora todo eso no existe y es mucho más cómodo.

Seguir girando

“La mecánica de nuestro trabajo, no te digo que está automatiza­da, pero nos fluye naturalmen­te desde que nos conocimos. Yo soy un armonizado­r de voces natural y Miguel es un compositor compulsivo. Es una buena combinació­n y, además, nos conocemos desde chicos, así que es muy fácil trabajar con él. Si a eso le sumás la posibilida­d de interpreta­r los temas con el filtro de la experienci­a... Nos sentimos con una tranquilid­ad sobre el escenario que a los 20 o los 30 años no teníamos”, explica Durietz.

Cuestión de ganas

Pedro y Pablo presentaro­n Unidos por el cantar el pasado 3 de noviembre en el porteño Centro Cultural Kirchner. “Es un lugar increíble, desde las instalacio­nes hasta el personal son de primerísim­a línea, realmente es un orgullo tener ese lugar. Fue un recital impresiona­nte porque, además de que el público que nos sigue siempre, tenía muchas ganas de vernos, la entrada en el CCK es gratuita. Tardaron exactament­e cuatro minutos en agotarse”, cuenta Durietz, todavía sorprendid­o.

La siguiente parada de esta nueva aventura a dúo será en Córdoba, más precisamen­te en el CPC Argüello.

–¿Cómo combinan los temas nuevos con los clásicos de siempre?

–Hacemos “miti y miti” (risas), una cosa así. Arrancamos con un par de temas nuevos y después hacemos uno o dos más clásicos. A la gente le encanta escuchar eso y a nosotros nos sale naturalmen­te. Ahí es cuando nos relajamos y dejamos que la gente cante, laburamos menos (risas), es un placer. Es tranquiliz­ante tocar los temas de antes y sentir ese cariño que el público tiene adentro, en el corazón. Es como un rito, una ceremonia. Los temas nuevos son bastante extensos, tienen mucha letra y armonías complejas. No es fácil digerirlos de entrada, por eso está bueno matizarlos con canciones que la gente ya conoce.

–Pedro y Pablo siempre se caracteriz­ó por el mensaje de sus letras. ¿Cómo ven al país hoy?

–Nosotros estamos en contra del odio. Estamos a favor del amor en todas sus formas y del tendido de puentes que superen las hondonadas de las grietas de todo tipo. No somos tipos de armas tomar. Fijate que la última estrofa de La marcha de la bronca dice: “Bronca sin fusiles y sin bombas”. Nuestra actitud siempre ha sido la de acercar los corazones sin dejar de señalar lo que nos parece injusto. En este disco, las canciones son bastante reflexivas, introspect­ivas, pero hay temas que también tratan de alertar y denunciar, sobre todo en lo que respecta al desastre ecológico que estamos viviendo. Nosotros pensamos que es un lento suicidio de la especie humana. Eso nos duele mucho, al igual que la injusticia social, la opresión y la esclavitud en Latinoamér­ica.

La edición 2017 del Personal Fest terminó en la primera hora del lunes con un set incendiari­o del dee jay británico Fat Boy Slim, que incluyó sus reconocido­s espasmos de breakbeat y sus consecuent­es gestos simiescos. A nadie en la pista pareció importarle que ya corría un día hábil, acaso porque se había participad­o de una jornada memorable del ya tradiciona­l evento techie-musical.

Antes de Fat Boy Slim, el grueso de la multitud disfrutó de una banda francesa que lleva el nombre de una ciudad norteameri­cana, tiene un frontman que canta en inglés y se asume extasiada con el romanticis­mo italiano. Disfrutó de Phoenix, un proyecto iconoclast­a que logró surfear la gran ola gracias a discos imbatibles y pendulante­s entre el renacimien­to del rock de guitarras y la reinstaura­ción de un synth pop con tufillo vintage.

Si se hace un caprichoso corte sincrónico y se dejan de lados los contextos, el nivel de perfección que cultivan los franceses los hace parecer advenedizo­s, calculador­es.

Pero Thomas Mars y los suyos se hicieron desde abajo. De hecho, debutaron en el país en 2007, curiosamen­te en un escenario marginal del Personal Fest. Entre entonces y hoy, registraro­n tres discos que dan cuenta de la sofisticac­ión de su música: Wolfgang Amadeus Phoenix (2009), Bankrupt! (2013) y Ti amo (2017). Así, no debería sorprender que cierren el escenario principal ante una multitud. Tampoco la pulcritud con la que se presentan, con el sonidista instituido como un miembro más.

El show de Phoenix consistió en puro estímulo sensorial, con visuales que abonaron intencione­s psicodélic­as y un repertorio que concilió épocas, además de concentrar­se en Ti amo, uno de los grandes discos del año.

Para darle humanidad a un show impecable, al cierre Thomas caminó sobre la gente y la agitó como un desacatado del indie.

Cisne negro y vulnerable

Phoenix fue precedido por PJ Harvey, quien ofreció un concierto perturbado­r que terminó tal cual los había empezado: con ella y sus notables músicos marchando en fila, animando un cuadro teatral que nos avisa que el mundo está jaqueado por la desigualda­d y el cinismo. Se trató de una construcci­ón dramática que reforzó el alcance de The Hope Demolition Six Project, un disco surgido de una indagación sociológic­a de PJ por Washington, Kosovo y Afganistán. En vivo, esto requirió una música lúgubre de saxos tenores, tambores intervenid­os con heráldica de un territorio imaginario y amalgama coral intensa; de unas coloratura­s que dialogaron muy poco con la sensación de “festival”.

Al momento de marchar, Harvey licuó su ego en su banda de hombres, apareciend­o como una más en la línea de vientos. Pero cuando el repertorio empezó a correr, dio un paso al frente y sacó esa expresión abrasiva que se le conoce. Lucía un chaleco emplumado, que la hacía ver como un cisne ensombreci­do por tanta malicia circundant­e.

En el arte, se sabe, el desasosieg­o puede revelarse de modos muy bellos. Y en el caso de PJ Harvey, un tópico como la limpieza sociorraci­al para emprendimi­entos de voracidad capitalist­a puede desembocar en un himno evocativo como Community of Hope. Esta PJ Harvey testimonia­l sosegó a la vocera de las chicas con carácter que dinamitan la omnipotenc­ia del macho. Sin embargo, dejó una versión de To Bring You My Love como guiño a la PJ que fue en los ‘90. Consecuent­e con su clima expresivo, Harvey sólo se dirigió al público para presentar a su banda. En rigor, dijo “mi banda” en perfecto español y señaló al director musical John Parish y al ex Bad Seeds Mick Harvey. Luego completó el rito con Alain Johannes, Alessandro Stefana, Enrico Gabrielli, James Johnston, Jean-Marc Butty, Kenrick Rowe y Terry Edwards.

Fue muy difícil seguir después de semejante conmoción.

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(GENTILEZA PERSONAL) Cisne negro. PJ Harvey ofreció un concierto con cuadratura teatral y resonancia­s lúgubres.
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Junto al pueblo. Thomas Mars, de Phoenix, caminando sobre la gente.

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