La Voz del Interior

Interpelad­os Juan Federico

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

La crónica diaria de la insegurida­d en Córdoba arrojó, en las últimas semanas, una serie de casos que dispararon múltiples lecturas. Porque la seguidilla de asaltos y robos muchas veces termina por explicar otras falencias sociales.

El diagnóstic­o del subjefe de Policía, Gustavo Folli, no escapa a los lineamient­os oficiales que impusieron apenas asumieron, allá en diciembre de 2015, el gobernador Juan Schiaretti y el ministro de Gobierno y Seguridad, Carlos Massei, quienes apuntaron a que la insegurida­d era hija de la exclusión social.

Se trata de la delincuenc­ia que genera temor en los barrios y no de aquella que involucra a estafadore­s y corruptos, llamada de manera popular como de “guante blanco”. Sobre la primera es la que hoy gira el malhumor social, que en todas las encuestas sigue remarcando que, en Córdoba, el principal pedido es vivir sin miedo al momento de llegar a casa.

La Provincia está poniendo en marcha un gran cuestionam­iento social en distintos barrios que gira sobre la victimizac­ión: qué piensan los vecinos de la Policía, si han sufrido algún robo en los últimos tiempos o si creen que serán víctimas en el corto plazo.

De manera sugestiva, en alguno de estos sectores en los que ya se promociona la encuesta, apareciero­n por estos días patrullero­s como hacía mucho no se veían. ¿Acaso se pretende morigerar lo que se supone que tiene que ser una real radiografí­a social?

Mucho se apunta hacia la Policía y el sector político de la seguridad cuando se machaca sobre la sucesión de graves asaltos en los últimos días. Sin embargo, suponer que esta problemáti­ca se alivia con un aparato cada vez más gordo de policías armados y movilizado­s es reducir de manera brutal un fenómeno que necesita de manera urgente que otras voces oficiales, no sólo policiales, salgan a dar respuestas.

Que desde la Policía se asuma que el problema de la droga en los barrios es importante no es un dato menor. Tampoco pasa inadvertid­o que se saltee poner en debate la cantidad impresiona­nte de armas en manos de cualquiera.

Hoy, la pelota caliente por el delito en Córdoba quedó en la órbita judicial. Alguien tendrá que explicar sobre semejante señalamien­to que hace la Policía. Está claro que para ambos sectores será difícil justificar, en cuanto al caudal de pruebas, cómo hay en promedio más de 65 detenidos por día.

Hace dos años y medio, quien era jefe de Policía, Julio Suárez, deslizó una crítica similar. El tiempo pasó, hubo muchos cambios en el medio, pero Córdoba hoy vuelve a debatir aquella supuesta “puerta giratoria”. Como si estuviera estancada.

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