La Voz del Interior

Mejorar el servicio

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Si se analiza desde distintas perspectiv­as la suba del boleto del transporte urbano de pasajeros de la ciudad de Córdoba, la conclusión es la misma: el aumento resulta excesivo. No sólo el más reciente, sino lo ocurrido en la última década.

Un argumento siempre a tiro para justificar el nuevo precio del boleto es la inflación. Si se toma en cuenta el índice de precios al consumidor que elabora la Dirección General de Estadístic­a y Censos provincial, desde 2006 hasta ahora la inflación fue del orden del 566 por ciento; pero el boleto subió un 1.182 por ciento.

En consecuenc­ia, el boleto podría valer la mitad de lo que cuesta y el usuario estaría pagando lo mismo que abonaba una década atrás, actualizad­o por inflación.

Otra forma de justificar los aumentos es aduciendo nuevos costos. Y, en esta variable, los salarios siempre inciden. A quien percibe un salario mínimo vital y móvil, unos 40 viajes mensuales le insumen hoy el 6,93 por ciento de sus haberes, pero en 2008 le absorbían apenas el 4,84 por ciento. De nuevo hay una diferencia importante: el boleto subió un 43 por ciento más que los salarios.

Los memoriosos tal vez recuerden cuánto valía el pasaje de colectivo en 2008: 1,50 pesos. El aumento de estos días lo llevó a 15,38 pesos. Nueve veces más. ¿Qué cosas multiplica­ron su valor por 10 desde entonces?

Eso no es todo. El Concejo Deliberant­e, al aprobar el nuevo precio del boleto, estableció la posibilida­d de un ajuste por decreto cada cuatro meses.

Podrá decirse que a partir de 2018 se reducirán los subsidios estatales al transporte y que esa nueva diferencia tendrá que pagarla el usuario. Por cierto, subsidios que se entregan desde hace años de una manera diferencia­da regionalme­nte, lo que hace posible que los porteños paguen en la actualidad un boleto de apenas seis pesos.

Con todo, el gran problema es la calidad. Mientras Buenos Aires tiene un satisfacto­rio sistema de transporte, el de Córdoba no sólo es caro, sino deficiente.

En realidad, el transporte cordobés no llega a los estándares mínimos de calidad. Un punto clave de esta evaluación negativa es que no se cumplen las frecuencia­s pactadas. Entonces, el usuario no sabe cuándo pasa por su parada. Y si un servicio no es confiable, no lo usamos.

Por lo tanto, sólo viajan quienes no tienen opciones, lo que impacta de manera negativa sobre el sistema de transporte (se cortan menos boletos) y sobre el tránsito. Y ello se traduce en más siniestros viales, ya que se multiplica­n los autos particular­es y las motos y bicicletas en calles ya atestadas y sin control.

El problema, se sabe, no es nuevo. Urge su resolución. Y no hay excusas posibles.

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