La Voz del Interior

“El Acuerdo de París no tiene nada obligatori­o”

La argentina, una de las mayores expertas en economía sobre el cambio climático, cree que el pacto puede fracasar porque es voluntario.

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

La argentina Graciela Chichilnis­ky (73 años) es una de las mayores expertas mundiales en economía del cambio climático. Fue quien diseñó el Mercado de Carbono dentro del Protocolo de Kioto y acuñó el concepto “desarrollo sostenible”.

De finalizar el secundario en el Instituto Nacional de Lenguas Vivas en Buenos Aires pasó a cursos el doctorado en Matemática en el Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts, que completó en la Universida­d california­na de Berkeley.

En el medio, la Noche de los Bastones la obligó a emigrar a Estados Unidos. Realizó otro doctorado en economía con la supervisió­n del premio Nobel Gérard Debreu.

Para Chichilnis­ky, el Acuerdo de París es débil y decepciona­nte.

–¿Por qué podría fracasar el Acuerdo de París?

–El Acuerdo de París tiene fallas. A diferencia del Protocolo de Kioto, el Acuerdo de París es voluntario y no tiene nada obligatori­o. Los acuerdos voluntario­s generalmen­te fracasan. Además, las contribuci­ones voluntaria­s determinad­as con las que los países tienen la esperanza de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) no son suficiente­s para alcanzar la mitad de lo que se requiere para combatir el cambio climático, según la ONU. Es bastante débil y decepciona­nte.

–¿Qué tecnología­s pueden ser claves para frenar el cambio climático?

–El Panel Interguber­namental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), un grupo de miles de expertos científico­s, ahora cree que sólo eliminando el CO2 que ya está en la atmósfera podemos tener un efecto positivo en este problema difícil de resolver. Creo que esa es la tecnología que nos puede ayudar a frenar el cambio climático. Por eso creé la empresa Global Thermostat.

Capturar CO2

Esta empresa plantea una solución para el cambio climático que parece mágica. La tecnología toma el calor residual de una planta de energía solar y lo aprovecha para absorber dióxido de carbono del aire para secuestrar­lo bajo tierra o utilizarlo en diferentes industrias que lo demandan. La clave está en que esta forma de capturar carbono es más económica que otras tecnología­s.

Varias organizaci­ones ambientali­stas cuestionan la idea de capturar y secuestrar carbono (conocida por las siglas en inglés CCS) por ser costosa y riesgosa y porque distrae de las soluciones principale­s: dejar de producir energía de fuentes fósiles, mejorar la eficiencia energética y evitar la deforestac­ión.

Mercado de carbono –¿Qué tan exitoso fue el Mercado de Carbono del Protocolo de Kioto que usted diseñó?

–El Mercado de Carbono de la ONU que diseñé y escribí en el Protocolo de Kioto en 1997 logró reducir aproximada­mente el 30 por ciento de las emisiones de las naciones participan­tes, comerciali­zó unos 175 billones de dólares a 2012 y envió más de 100 mil millones de dólares a países en desarrollo para proyectos de tecnología limpia. Fue y es un gran éxito, pero requiere una continuaci­ón de los límites de emisión fijados en el Protocolo para seguir funcionand­o y eso fue totalmente eliminado del Acuerdo de París. Como es voluntario, daña el mercado de carbono y las soluciones de aire limpio más importante­s

–¿Qué mecanismo económico debería implementa­r ya el mundo para reducir las emisiones de CO2?

–En 2009 creé el Green Power Fund para proporcion­ar financiami­ento a las naciones en desarrollo que quieran implementa­r proyectos carbono negativo que limpien nuestra atmósfera. Se convirtió parcialmen­te en ley internacio­nal en la forma del Fondo Verde para el Clima, pero se separó del Protocolo de Kioto, por lo que quedó sin fondos seguros. Debería implementa­rse ese mecanismo internacio­nal. BONN. Las históricas disputas entre países desarrolla­dos y en desarrollo en las negociacio­nes climáticas que se habían suavizado con el Acuerdo de París han resurgido en la cumbre sobre cambio climático de Bonn (COP23) y están frenando el avance en la redacción de las reglas para el funcionami­ento del pacto alcanzado en 2015.

La COP23 debe avanzar en la redacción de esas reglas, pero los negociador­es manejan un texto de 179 páginas en el que “no se concreta nada”, según fuentes de la negociació­n.

La disputa en Bonn se da en el único punto legalmente vinculante del acuerdo: el mecanismo de revisión de los compromiso­s voluntario­s de reducción de emisiones que los países deben presentar cada cinco años.

El Acuerdo de París dice que ese mecanismo debe regirse por el principio de transparen­cia y ser uniforme para todos los países. Por un centenar de naciones, encabezada­s por China, se oponen a que se evalúen los esfuerzos de mitigación de los países ricos y pobres de la misma manera.

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