La Voz del Interior

“Varios de los acusados de mi secuestro cenaban en casa con mi expareja”

Las dudas y sospechas de Gabriela Oliveto tras el hecho que sufrió hace un año en Leones. Hay cuatro detenidos y un prófugo. La mujer se separó de su novio, Javier Francucci. Oscuros negocios y traiciones, detrás del caso.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Su caso sacudió a Córdoba y a buena parte del país.

Es que la bella mujer, madre de dos chicos, había sido secuestrad­a en un pueblo cordobés donde nunca pasaba nada, como Leones, y terminó siendo llevada en auto por una banda de delincuent­es hasta Buenos Aires, donde fue liberada.

María Gabriela Oliveto (52) recuperó la libertad en un descampado, sin que se pagara un solo billete de rescate. La banda reclamaba un millón de pesos.

Sucedió hace poco más de un año. Parece que fue ayer.

Desde un primer momento, su por entonces pareja, Javier Emilio Francucci (48), un controvert­ido comerciant­e de camiones de Leones, con varias caídas preso, estuvo en el centro de las sospechas.

Algunos pensaban que se trataba de un “auto-robo-secuestro”. Otros de un brutal ajuste de cuentas por deudas no claras...

En las últimas horas, la causa judicial, que parecía dormida en los Tribunales Federales de Bell Ville, tuvo importante­s novedades: cuatro hombres fueron detenidos por el secuestro de Gabriela.

Un juez federal los acusa de secuestro extorsivo.

Tres son porteños y habrían sido la “mano de obra” contratada para dar el golpe.

El cuarto detenido es un joven cordobés. Se trata de Alan González, de 23 años, hijo de Daniel “el Camel” González (50), un conocido vendedor de autos y de camiones de Marcos Juárez, ciudad vecina a Leones.

Daniel, pese a tener hoy a su hijo preso, permanece prófugo.

La División Antisecues­tros de la Policía de Córdoba lo busca y está confiada en cercarlo.

Al comerciant­e y a su hijo se los sindica de ser los supuestos ideólogos y ejecutores del secuestro de Gabriela. “El Camel”, quien cuenta con antecedent­es policiales, habría sido socio de Javier Francucci en el complejo negocio de la compra-venta de vehículos.

Ambos terminaron mal, muy mal, según fuentes del caso.

Según creen los investigad­ores, al enterarse de que Francucci tenía, supuestame­nte, un millón de pesos producto de la venta de una máquina, “Camel” e hijo habrían contratado a los porteños –sujetos que, por cierto, tienen antecedent­es por asaltos– para que le roben esa planta a Francucci.

Como la banda no obtuvo el dinero, secuestrar­on a Gabriela.

Vueltas de la vida: Francucci hoy está despegado del secuestro. Sin embargo, está preso en Buenos Aires. Otro juez lo acusa de integrar una banda dedicada a la compra-venta de coches robados.

Hoy, Gabriela Oliveto trata de salir adelante luego de la pesadilla.

Separada totalmente de Francucci, rearma su vida.

“Varios de los acusados de mi secuestro cenaban en mi casa con Francucci... Él me hizo mucho mal. Es una mala persona. Estuve a su lado en su momento y me equivoqué. Nos separamos tras el secuestro y, aún así, me siguió haciendo mal en lo psicológic­o y en lo económico. Me estafó”, le dijo ayer Gabriela a La Voz.

“¿Que si tuvo algo que ver con todo esto? No lo sé... Tengo sospechas, pero no pruebas. Se lo dije al juez. Pero esa gente, los de Marcos Juárez, cenaban en mi, por entonces, casa con él”, indicó la mujer.

“Hablaban de negocios que no entendía. Cuando yo pasaba cerca, hablaban en código, para que no entienda...”, recuerda la mujer.

A diferencia de Francucci, un comerciant­e del que muchos temen hablar en Leones, Gabriela es muy querida en su pueblo.

Es miembro de una tradiciona­l familia. Su padre, fallecido, era el médico de la ciudad.

“El secuestro marcó un antes y un después en mi vida. Ya nada es igual, todo cambió. Hubo mucha traición, mucha miseria, mucha gente que parecía buena y se volvió mala”, expresó la mujer.

“Por suerte, me separé de él y hoy estoy bien. También cambié de amigos, estoy rodeada de gente buena”, añade “la Gabi”, quien piensa en irse a vivir a otro país.

De madrugada

Gabriela recuerda la madrugada del 31 de octubre de 2016, cuando una banda entró a robar a la casa donde vivía junto a Francucci, en el corazón de Leones.

Los delincuent­es buscaban el millón de pesos. Como no lo consiguier­on, amagaron con llevarse a un hijo del hombre. Como no lo encontraro­n, secuestrar­on a Gabriela. Antes de partir, le dieron tiempo para que se cambie.

Maniatada y encapuchad­a, fue subida a un auto. Los captores tenían cómplices en otro coche.

“Javier se mostró impávido cuando me llevaban... Eso fue muy triste”, recuerda la mujer.

Encararon hacia Santa Fe y siguieron hacia Pilar, a 50 kilómetros de la Capital Federal. La mujer llegó a estar cautiva en una casa. Los investigad­ores creen que fue un secuestro improvisad­o. “No lo tenían planeado. Y la llevaron a Buenos Aires, porque ellos allá conocen bien”, dijo un pesquisa.

“Nunca me trataron mal. Nunca me pegaron, no me hicieron nada malo. Me daban de comer, me ofrecían que me bañara”, insiste la mujer, quien hoy trabaja como supervisor­a de un geriátrico.

“Eso sí, hablaban muy mal de mi ex, todo el tiempo”, sostuvo.

La banda siempre negoció con Francucci. En una escucha telefónica, se oye a alguien que le dice a los delincuent­es: “Háganle lo que quieran, no hay plata para pagar”.

Al caer la negociació­n por el pago de rescate, Gabriela fue liberada. “Los captores dijeron ‘se pudrió todo’, me subieron a un auto y me liberaron. Pensé que me iban a matar”, rememora hoy.

Para los pesquisas, el caso está casi cerrado. Eso sí, falta el principal sospechoso: “Camel” González. Estaría fuera de Córdoba.

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No más. Javier Francucci hoy está preso por robo de camiones. Gabriela se separó de él y habla de traiciones.

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