La Voz del Interior

“La Justicia está en deuda con los menores que delinquen”

Acaba de jubilarse tras 20 años como juez de Menores en Río Tercero. Admite que en esos casos la reinserció­n se logra “muy a cuentagota­s”. Y reclama más compromiso al Estado, a la sociedad y al Poder Judicial.

- Mariela Martínez Correspons­alía Río Tercero

Pedro Salazar (61) dejó de ser el juez de Menores de los Tribunales de Río Tercero hace algunas semanas. Durante 40 años estuvo relacionad­o con el Derecho: la mitad de ellos, como abogado; el resto, como funcionari­o judicial. Hoy, hace una autocrític­a sobre el rol judicial ante los problemas de minoridad.

Reconoció que de cientos de chicos judicializ­ados que pasaron por su juzgado en dos décadas apenas se pudieron reinsertar con una mejora clara de calidad de vida “dos o tres”. El dato le pesa. “Duele ver a los jóvenes sin posibilida­des”, apuntó, tras computar que muchos terminaron encarcelad­os y algunos hasta perdieron la vida.

Salazar interpretó que “a veces no queda otra posibilida­d que ordenar la internació­n del menor” en complejos como el Esperanza, en Córdoba. Cuenta que hasta recibió pedidos de internació­n de algunos jóvenes adictos a las drogas. “Muchos llegan a las adicciones a partir de la miseria”, señaló.

Según sostuvo, es difícil revertir la situación originó ese estado de conducta delictiva. “Muchos reinciden o empeoran al volver a la estructura deficitari­a de familia, al mismo barrio empobrecid­o, al grupo de pares que se drogan y no tienen un proyecto colectivo para reinsertar­se en la sociedad, porque en general son excluidos. Hay familias que no cambian nunca sus condicione­s sociales”, reflexionó.

“Esos chicos que salen a delinquir copian conductas, siguen el código del entorno barrial o del grupo familiar”, opinó. Del otro lado –contrastó– , “hay una sociedad que los rechaza, les tiene miedo, y que exige represión y más mano dura”. Consideró que hace falta “un criterio de justicia social a la hora de aplicar sentencias” y que “el juez debe saber por qué delinquió y qué posibilida­des tenía de tener otra conducta”. A su criterio, “el Poder Judicial mantiene a veces una imparciali­dad cómplice, al quedarse en lo formal de la causa y en no ir hasta el fondo”.

El exjuez no esquiva la autocrític­a: “El aparato judicial, para ciertos sectores, es una picadora de carne. Cuando agarramos al niño y no le damos la oportunida­d para que se reinserte, lo que termina es un despojo, un desecho. La Justicia, como el Estado y la sociedad, deberían sumar herramient­as para quienes necesitan reinsertar­se”.

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(LA VOZ)

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