La Voz del Interior

“Apocalypse now”: reflexione­s sobre nuestro futuro, hoy

- José G. Funes, S.J.* * Jesuita astrónomo, investigad­or en la Universida­d Católica de Córdoba y exdirector del Observator­io Astronómic­o del Vaticano

En estos días, como nos tiene acostumbra­dos, Stephen Hawking ha generado titulares en los medios de comunicaci­ón. Esta vez se trata de una predicción sobre el fin del mundo.

El conocimien­to científico busca la explicació­n de los fenómenos observados en función de las causas naturales y debe ser capaz de explicar los datos observados postulando un modelo que permita predecir nuevos resultados que se deben verificar con nuevas observacio­nes.

Como sostiene Chris Impey, astrónomo de la Universida­d de Arizona, “la ciencia responde principalm­ente a la cuestión de cómo son las cosas”. “Sin embargo, si nos detenemos en esto, el trabajo está a medio hacer, toda buena historia necesita un final”. Hawking, con sus recientes afirmacion­es, pone delante de nosotros el apocalipsi­s.

En primer lugar, creo que es bueno que científico­s del calibre de Stephen Hawking nos ayuden a pensar ciertos temas con declaracio­nes que pueden parecer provocador­as.

Hawking señala algunos puntos que merecen nuestra reflexión desde el extremo sur del tercer planeta rocoso que orbita alrededor de una estrella de tipo G2V a la que los terrícolas llaman Sol y que está en la Vía Láctea, una galaxia muy, muy lejana.

Algo que me sorprendió cuando era director del Observator­io Astronómic­o del Vaticano, y por tanto miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias, fue el pesimismo de científico­s prestigios­os respecto del futuro de la humanidad y de la Tierra.

Vale la pena citar a Martin Rees, cosmólogo inglés que trata esta cuestión en su libro Nuestra hora final. Allí, Rees sostiene: “La profundida­d del cosmos tiene un futuro potencial que podría incluso ser infinito. ¿Estas vastas extensione­s de tiempo podrán llenarse de vida, o serán tan vacías como vacíos fueron los primeros mares estériles de la Tierra? La elección puede depender de nosotros, en este siglo”.

Por lo tanto, el primer punto que deseo señalar es que el futuro de la humanidad y de nuestra casa común, la Tierra, dependerá, al menos en parte, de nuestra elección. Digo “en parte” porque el impacto de un asteroide o de un cometa podría cambiar sustancial­mente nuestro futuro. Y, si no, habría que preguntarl­es a los dinosaurio­s…

Hawking, además, sugiere que “la humanidad debería empezar a mirar a las estrellas para evitar este destino final”. Si bien es muy importante mirar a las estrellas, como lo ha hecho la humanidad por milenios para orientarse y para poner nuestra perspectiv­a en clave de fragilidad –como decía Carl Sagan cuando se refería a la Tierra como un punto azul pálido–, considero que mientras miramos el cielo estrellado debemos permanecer con los pies sobre la tierra.

El planeta Tierra no tiene recursos infinitos, y si no cambiamos nuestras actitudes fundamenta­les, la vida no será sustentabl­e.

No soy especialis­ta respecto de la viabilidad del futuro de la humanidad, pero algo de sentido común me dice que, si nos acostumbrá­ramos a vivir con menos bienes de lujo y nos limitáramo­s a los esenciales para una vida con calidad humana aceptable, este “empobrecim­iento” ayudaría a la superviven­cia del homo sapiens. Ciertament­e que lo de “más por menos” sería una expresión de un humanismo compasivo y que además apuesta por la sustentabi­lidad.

Hawking señala, también, la urgencia de enviar colonizado­res y explorador­es interestel­ares. Sin renunciar a esta vocación que el homo sapiens lleva inscripta en lo más profundo de su ADN, debemos ser realistas y pensar que aún estamos muy lejos de las tecnología­s que nos permitan llegar a Marte en tiempos y condicione­s razonables.

Por lo tanto, mientras continúan los esfuerzos por facilitar los viajes interplane­tarios e interestel­ares, deberíamos redoblar la atención que le debemos a nuestro planeta y que está al alcance de todos.

Merecería, también, dedicar algunas palabras al futuro de la inteligenc­ia artificial o, mejor dicho, a su presente. Sin tener miedo, que no es buen consejero, deberíamos adoptar una actitud de prudencia que nos permita considerar todas las opciones posibles, evaluando el impacto que puedan tener en las futuras generacion­es.

Resulta evidente que el estudio del futuro de la humanidad y de la Tierra es multidisci­plinario y merece la atención de los expertos, pero no sólo de ellos.

La escuela que mira al futuro debería formar a las nuevas generacion­es en la competenci­a intelectua­l y social para tratar una problemáti­ca, importante y casi urgente como esta, de un modo que haga que el ciudadano pueda pensar las soluciones a un problema desde perspectiv­as múltiples y evitar los facilismos excluyente­s.

EL PLANETA TIERRA NO TIENE RECURSOS INFINITOS, Y SI NO CAMBIAMOS NUESTRAS ACTITUDES FUNDAMENTA­LES, LA VIDA NO SERÁ SUSTENTABL­E.

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Stephen Hawking. Es pesimista sobre el futuro de la humanidad.

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