Tras la cordillera
para conseguir el plebiscito del 5 de octubre de 1988. Pero hoy son historia lejana la coalición de partidos que posibilitó el triunfo del “No” a la continuidad del dictador, y la gestación de la Concertación, que gobernaría por dos décadas el país, alternando presidentes democristianos y socialistas.
La Nueva Mayoría con que Bachelet retornó al poder hace cuatro años se ha atomizado y el alto grado de abstención que hoy se anticipa favorece a la derecha.
Y ahí emergen otras paradojas. Porque si bien en muchas acciones Bachelet se quedó a mitad de camino, nadie puede cuestionarle su voluntad reformista en educación, cuestiones sociales o a favor de un sistema previsional más equitativo.
En el Chile de encomiables números macroeconómicos y ominosas cifras de desigualdades sociales, el faltazo a las urnas favorecería al magnate. ¿Pensarán en ello los que llenaron las calles, en demanda de educación pública y gratuita, alejada del lucro y el negocio que defendía hasta no hace poco el favorito de hoy?
¿Qué dirán tantos miles de familias que reclamaron por una jubilación solidaria y “no más AFP” (Administradoras de Fondos de Pensiones)? Quienes pueden volver hoy al poder avalaron ese cuestionado sistema.
Tras la cordillera vuelven a ejercer un derecho birlado por casi dos décadas. Aunque sólo fuera como revancha, las urnas deberían colmarse hoy de votos y mensajes.