La Voz del Interior

Detectan en la Capital el insecto transmisor de la leishmania­sis

Está asociado con la forma más leve de la patología, que causa discapacid­ad y muerte. Sin embargo, también podría portar el parásito más peligroso relacionad­o con la enfermedad.

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

Investigad­ores de la Universida­d Nacional de Córdoba y del Conicet detectaron la presencia en la ciudad de Córdoba de un insecto que podría transmitir la versión más peligrosa de la leishmania­sis.

El hallazgo fue realizado en el extremo este de la Capital. “Es un vector potencial, todavía no se ha podido demostrar que esta población local puede transmitir el parásito de la leishmania­sis visceral. En provincias, ya se determinó que sí”, indicó Mayra Ontivero, una de las autoras del trabajo.

La leishmania­sis es un grupo de enfermedad­es que afecta al ser humano y a ciertos animales. La cutánea es la más inofensiva, pero según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) podría causar discapacid­ad grave. También están las variantes mucocutáne­a y visceral. Esta última afecta al hígado y el bazo, provoca desnutrici­ón y puede ser mortal.

Los investigad­ores detectaron la presencia del insecto Migonemyia migonei, un conocido vector de los parásitos que provocan leishma- niasis cutánea o mucocutáne­a. Pero el M. migonei también es un vector potencial de la leishmania­sis visceral. “En Santiago del Estero se lo vincula a la versión visceral porque se detectaron casos y el único vector presente fue esta especie”, comentó Ontivero.

Desde el Ministerio de Salud de la Provincia aseguraron conocer la situación, pero indicaron que el riesgo de que se produzca un brote de leishmania­sis visceral es bajo.

“Para que este insecto (M. migonei) se convierta en un vector de la versión visceral tiene que haber mucha presión parasitari­a, es decir, muchos reservorio­s ofertando el parásito. En la actualidad, Córdoba no reúne esta condición, no hay circulació­n local del parásito. Quizá puede suceder dentro de unos años”, indicó Laura López, coordinado­ra de Zoonosis del Área de Epidemiolo­gía del ministerio.

Y agregó: “Sabemos que el vector de la leishmania­sis visceral (Lutzomyia longipalpi­s) viene descendien­do hacia el sur, por lo que estamos llevando a cabo una vigilancia epidemioló­gica activa, con monitoreos del vector y de los reservorio­s (perros)”.

Ontivero también remarcó el carácter potencial que tiene M. migonei como vector de la versión más peligrosa de la enfermedad: “Si el parásito llega a Córdoba, hay un vector potencial, pero deben darse algunos requisitos, por ejemplo, que el parásito pueda sobrevivir en el intestino de la ‘población cordobesa’ del insecto”.

El monitoreo detectó una población ya establecid­a de este insecto: 18 ejemplares de M. migonei y 65 de Evandromyi­a cortelezzi­i-sallesi, otra especie que solo transmite la leishmania­sis cutánea.

“Son muchos para una zona templada. Además, se detectaron a lo largo de un camino por cuatro kilómetros. Eso quiere decir que es una población establecid­a, que ya vive en esa zona. Distribuci­ón y abundancia son indicadore­s de riesgo”, comentó Ontivero.

Los perros son claves

López remarcó la importanci­a que tienen los perros en la circulació­n de la leishmania­sis visceral. Los veterinari­os tienen la obligación de informar los casos de

LA DISTRIBUCI­ÓN Y ABUNDANCIA

DE LA POBLACIÓN DE INSECTOS SON INDICADORE­S DE RIESGO, SEGÚN LOS AUTORES DE LA INVESTIGAC­IÓN.

perros infectados, que presentan síntomas como llagas en la boca, desnutrici­ón y otros similares a los de la sarna. Si provienen o estuvieron en España, Brasil o el norte del país, hay que estar más alertas.

El monitoreo fue realizado entre 2015 y 2016 y el trabajo fue publicado recienteme­nte en la revista científica Acta Tropica.

Walter Almirón, investigad­or del Conicet y del Centro de Investigac­iones Entomológi­cas de la UNC, y también autor del trabajo, no descarta alguna vinculació­n entre la presencia del vector y el cambio climático.

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(AP) Investigad­ora. Mayra Ontivero, una de las autoras del trabajo que detectó la población del vector de la enfermedad infecciosa.

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