La Voz del Interior

“No quiero salir por si me llaman por teléfono”

En barrio Sarmiento, el padre del único cordobés que integra la tripulació­n del ARA San Juan mantiene una vigilia sin pausas.

- Tomás Vázquez tvazquez@lavozdelin­terior.com.ar

“Cuando vengan, lo que les pido es que traigan el diario, porque el domingo lo compro y me lo traen a mi casa, pero el lunes y hoy –por ayer– no, y no pude leer nada de lo que está pasando”, pidió Antonio Maroli antes de recibir a La Voz en su casa. Antonio, de 88 años, es el padre de Víctor Andrés Maroli, el único tripulante cordobés del ARA San Juan. Con 37 años, Víctor es teniente de navío.

En su casa de barrio Sarmiento, en el sudeste de la ciudad, Antonio hace sólo una cosa: esperar la llamada desde Mar del Plata de su nuera, Laura Albanese, que le permita obtener alguna informació­n sobre la situación del submarino.

–¿Cuál es la última actualizac­ión que tiene?

–Mi nuera me llamó anoche –el lunes– y me dijo que no hay novedades. Lo único que sabemos es que no pueden comunicars­e. Ahora no tengo más informació­n y no quiero salir de mi casa a comprar el diario por si me llaman por teléfono para decirme algo de mi hijo. Todavía ni almorzamos porque no tenemos para comer en casa y soy el único que puede salir al almacén.

–¿Cómo se enteró de lo que estaba pasando?

–Me enteré por los medios y llamé a mi hija para saber más. Nadie se comunicó conmigo para avisar- me. Estoy aguantando esto solo, sin ayuda psicológic­a, sin contención. Estoy 20 horas al día escuchando la radio y viendo la televisión, pero ahora se me quemaron unos cables, así que estoy intentando arreglarlo para poder saber qué pasa.

–¿Cuánto tiempo lleva Víctor en la Marina?

–Él está desde 2002. En 2006, se licenció en Recursos Humanos para la Defensa siendo oficial, con el grado de teniente de navío. Cuando terminó el secundario, estudió Ciencias Económicas en Córdoba, pero dejó porque se interesó por la Marina. Entonces fue a la Escuela Naval, en Ensenada.

Antonio cuenta que el día ante-

ESTOY 20 HORAS

AL DÍA ESCUCHANDO LA RADIO Y VIENDO LA TELEVISIÓN, PERO AHORA SE ME QUEMARON UNOS CABLES.

rior a la partida del submarino, Víctor lo contactó. Ahora es su nuera quien intenta calmar sus ansias, aunque al igual que para el resto de la sociedad, la informació­n que tiene Antonio sobre el ARA San Juan es prácticame­nte nula.

La falta de novedades lo pone tenso, aunque aclara que “no hay otro indicio de que esto no sea una falla de la comunicaci­ón”.

Si bien remarca que está pasando un momento de mucha incertidum­bre, como nunca le ocurrió en la carrera de su hijo, es positivo cuando piensa en lo que puede suceder en las próximas horas. Esa esperanza es lo que no le permite salir de su casa, la que no le permite despegarse del teléfono.

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(JAVIER FERREYRA)

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