La Voz del Interior

Demasiadas pérdidas para cantar victoria

- Marcelo Taborda Sin fronteras mtaborda@lavozdelin­terior.com.ar

Las frases, contundent­es, surgieron primero desde el balneario ruso de Sochi, donde el lunes el presidente Vladimir Putin hizo de anfitrión de su colega de Siria, Bachar al Assad.

El jefe del Kremlin afirmó, tras la cumbre bilateral, que “la operación militar contra el terrorismo” estaba llegando a su fin y que comenzaba el tiempo de discutir procesos políticos.

De inmediato, analistas y medios de todo el mundo resaltaron que Putin había dado por terminada la guerra siria. Otros matizaron con que el mandatario ruso había centrado su diálogo con Al Assad –a quien, como aliado estratégic­o, apuntaló en este conflicto– en la posguerra que tarde o temprano seguirá al silencio de las bombas y las balas.

Pero, más allá de cuestiones semánticas, lo que surgía con claridad era la determinac­ión de Moscú de asumir el rol de actor principal y voz cantante en este momento del conflicto.

Decisión y protagonis­mo que se confirmaro­n con las noticias de un largo diálogo telefónico entre Putin y su par estadounid­ense, Donald Trump; de conversaci­ones con el monarca de Arabia Saudita y con el presidente de Egipto, y de la convocator­ia a otra cumbre, esta vez tripartita, hoy en Sochi.

Los llamados a este encuentro fueron los presidente­s de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y de Irán, Hassan Rohani, otros dos actores clave en el conflicto global que en marzo de 2018 cumplirá siete años.

Ambos mandatario­s tuvieron en las últimas horas también sus frases contundent­es referidas al escenario bélico sirio. En un mensaje por TV, Rohani dio ayer por derrotado al Estado Islámico. Pero al hacerlo, también disparó dardos contra enemigos a los que acusó de haber ayudado a gestar y mantener al grupo yihadista.

“El Estado Islámico es un grupo terrorista que fue alimentado y armado por las principale­s potencias mundiales y algunos países reaccionar­ios de la región”, acusó Rohani de modo elíptico, aunque con la mira en Estados Unidos y Arabia Saudita.

En igual dirección, el canal informativ­o ligado al Kremlin, Russia Today, difundió parte de un discurso de Erdogan ante miembros de su partido: “Utilizando la lucha contra el terrorismo como pretexto, Estados Unidos intenta crear un nuevo Medio Oriente”. La frase del controvert­ido mandatario turco respaldó además lo denunciado por otros funcionari­os de su Gobierno, quienes días atrás acusaron a fuerzas de Estados Unidos de permitir la huida de yihadistas de

LAS CIFRAS PODRÍAN SER MÁS ESPANTOSAS CUANDO EN SIRIA HAYA TIEMPO DE REMOVER LOS ESCOMBROS.

la ciudad de Al Raqqa, hasta hace poco bastión del Estado Islámico.

Lo que parece claro es que abordar negociacio­nes políticas con este ambiente de acusacione­s y sospechas no será sencillo ni se vislumbra como algo cercano.

Esperanza necesaria

Los números de este conflicto con demasiados intereses cruzados, que van más allá de los hidrocarbu­ros apetecible­s para Occidente o la puja entre vertientes antagónica­s del islam, son demasiado crueles como para no aferrarse a cualquier atisbo o esperanza de armisticio.

Más de medio millón de muertos, 12 millones de desplazado­s –entre refugiados y obligados a migracione­s internas–, cerca de dos millones de heridos y ciudades y pueblos arrasados son muchas pérdidas como para que alguien cante “victoria”.

Las cifras podrían ser más espantosas cuando haya tiempo de remover los escombros a los que quedó reducida una sociedad con mucha historia. Y los “daños colaterale­s” quizá no estarán en el inventario del enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, ni en los reportes del Observator­io Sirio para los Derechos Humanos, del Centro Sirio para la Investigac­ión Política o en medios que aún conservan enviados en el lugar.

El final de esta guerra, si fuera cierto, acaso deje más espacio a las coberturas del conflicto que ya libran en Yemen saudíes contra iraníes, bajo la atenta e interesada mirada de Israel.

También allí, millones de civiles, cientos de miles de niños, son la carne de cañón, la sangre usada para dibujar el nuevo tablero. Ojalá que la paz llegue a Siria y que no sea sólo porque la partida cambió de escenario.

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