Cuando los recuerdos se convierten en arte
En Córdoba, mañana se estrena en Medida x Medida “Anfibia, relato vívido”. Genoveva Clariá vuelve a mostrar su ciudad natal, y a la sala que la vio nacer artísticamente.
La actriz y dramaturga Genoveva Clariá formó parte del grupo Teatro Lírico de Muñecas, el equipo de Matías Zanotti que encantó escenarios y públicos y que cesó a principios de los años 1990. La cordobesa estudió comunicación y teatro, se formó en MxM y en 2009 partió a Buenos Aires, donde dejó el arte por un tiempo. El trabajo la puso en escenarios muy interesantes, como Canal Encuentro, donde se desempeñó como productora de contenidos. Después trabajó en el Ministerio de Cultura de la Nación, una experiencia que considera alucinante. Por ese tiempo, “el bicho del teatro adormecido” comenzaba a despertar.
“Volví a la escritura con miedo. Tardé en animarme a hacer el curso con Mauricio Kartun, a mover la pluma de nuevo”, dice Genoveva. Del seminario surgió la escena que cerró su obra Casa de papel (2014). Desconocida y cordobesa, con las dificultades de inserción propias de un medio muy competitivo, Genoveva siguió el camino de la escritura, dejó los trabajos estables y se anotó en un taller con el dramaturgo uruguayo Sergio Blanco. “Sergio parte de hechos reales, desde donde dispara la ficción. Hicimos ejercicios con el pasado, con reminiscencias. Y ahí aparecí también como actriz, porque interpreté el monólogo que escribí, un monólogo fuerte para mí, una carta a una amiga que ya no está”, señala Genoveva, que presenta este fin de semana Anfibia, relato vívido en MxM.
El germen está en una experiencia dolorosa: la pérdida de una compañera de colegio, cuando ella tenía 14. “Escribí sobre ausencias y pérdidas. La escritura no para, asociada al tema del agua y del río. Mi compañera murió en la inundación de San Carlos Minas, en 1992”, comenta la dramaturga que actúa junto con Belén Sotelo.
Amanda, la dramaturga (el rol de Genoveva), tiene que hacer una nota sobre la tragedia. Entonces aparece Victoria, el personaje de Belén. La bailarina representa a la
amiga, ‘baila’ esa reconstrucción. Victoria se mueve detrás de una tela, velada, como el recuerdo.
“La historia real se convierte en fantástica cuando el personaje se transforma en una especie de ninfa. Amanda crea un mundo de ausencias, las muertes pasan a otra forma de vida, que no se entienden desde lo racional. La historia también se apoya en lo audiovisual, con el video de la crónica, más documental, hasta el mundo anfibio, en el que lo acuático cobra fuerza y sentido. Es un encuentro mágico”, dice Clariá.