Con proyección e historias de selección
En unos días, La Voz realizará su tradicional fiesta de los Premios Estímulo, en la que reconocerá por 25° año consecutivo a las promesas del deporte cordobés. En la segunda celebración, un tal Diego Klimowicz se llevó en 1994 el homenaje por ser el joven futbolista más destacado en Instituto. Un par de años después, lo hizo su hermano Javier, quien atajaba para la Gloria en la Liga Cordobesa y mostraba un futuro promisorio. Y no sería extraño ver a sus herederos en una situación similar.
Además de esa coincidencia, los Klimowicz tienen otros puntos en común: varios cuentan con pasado, presente y quizá futuro de selección. El arquero Javier llegó en 2004 al Cuenca de Ecuador, donde fue campeón, al igual que ocurrió años después en Emelec. El tiempo que llevaba viviendo en ese país, más sus buenas actuaciones, derivaron en distintas convocatorias a la selección ecuatoriana (tiene doble nacionalidad). Pero la suerte no estuvo de su lado: cuando iba a ser titular ante Brasil por eliminatorias, se lesionó en un hombro en la práctica del día anterior. Tiempo después, volvió a ser convocado y se “rompió” una rodilla durante un entrenamiento. De no creer.
Mateo Klimowicz ya sumó unos minutos de entrenamiento con la Sub-17 y trabajó con la Sub-20 como sparring del plantel de Jorge Sampaoli. Diego no tuvo chances en la Argentina, ya que su mejor época en Europa coincidió con la de cracks como Batistuta o Crespo. Sin embargo, “el Granadero” fue tentado por otras selecciones. “Me llamaron de Polonia, para que jugara con ellos. Tenía que hacer un trámite para dejar el pasaporte español y tomar el polaco. Pero se enfrió todo”, recordó. “Lo más llamativo fue que luego me hablaron de Ucrania y me dijeron que yo era ucraniano. El pueblo donde nació mi abuelo en una parte de la historia fue de Ucrania y en otra, de Polonia. Dependía de mí. Si decía ‘sí’, era citado al equipo que jugó en el Mundial 2006 y quizá hacía dupla con (Andriy) Shevchenko. Pero no me pareció correcto”, cerró Diego.