De la esperanza a la angustia
De un lado, la pantalla partida mostraba al vocero de la Armada, capitán de navío Enrique Balbi, hablar de “un evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear, consistente con una explosión”.
Del otro, exhibía a desesperados familiares de los marinos del ARA San Juan, desaparecido desde el pasado 15 en el océano Atlántico frente a las costas de nuestro país, cuando regresaba a su base de Mar del Plata desde el Canal de Beagle.
Como nunca antes en estos nueve días de expectativa, los corazones se paralizaban. El aliento se cortaba. Es que la esperanza de hallarlos con vida estaba perdiendo una batalla frente a la dura realidad de estar a cientos, quizá miles, de metros bajo las frías aguas del mar.
Con todo, el Gobierno nacional ordenó que la búsqueda continúe. Otra actitud no puede esperarse después de que la sociedad argentina se uniera, como pocas veces antes, en una silenciosa oración para pedir por esos compatriotas.
Transmitir fuerza a las familias debe ser el imperativo del momento. Como dijo Jessica Gopar, la esposa del cabo principal Fernando Gabriel Santilli: “No nos quedó santo por rezar ni a nadie por pedir. No sé si hay un destino marcado para cada uno. Hay gente que no cree en eso, no volvieron y no
TRANSMITIR FUERZA A LAS FAMILIAS DE LOS TRIPULANTES DEL ARA SAN JUAN DEBE SER EL IMPERATIVO DEL MOMENTO PARA TODOS.
van a volver nunca más”.
También debe ser reconocida la solidaridad internacional, con países que pusieron a disposición grandes barcos, submarinos y aviones para un rescate que será, sin dudas, una tarea harto difícil.
Esta es una edición extraordinaria de Primer plano, un espacio que elegimos cada día para reflejarnos.
Lo que ocurrió hasta último minuto, la reacción de las angustiadas familias, un homenaje a cada uno de los marinos, la situación del Gobierno frente a la tragedia, sea cual fuere el final.
Y una columna de Alejandro Mareco que nos pone frente a “una nueva y estremecedora página escrita en la memoria del dolor argentino”.