La Voz del Interior

Un grupo de terapia para salir de la violencia

La Fundación Abrazos trabaja para brindar herramient­as a las víctimas. El objetivo es que puedan evitar situacione­s graves. Funciona en Lima 90, 4° piso, oficina 2.

- Laura González lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

“Entré al grupo creyendo que yo no podía hacer nada y a partir de las reuniones empecé a adquirir fuerzas y a aprender que yo sí podía”, cuenta Gabriela, de 46 años. Asistió al Grupo Mujeres que lleva adelante la Fundación Abrazos, una entidad civil que trabaja por la igualdad de género y la eliminació­n de la violencia contra la mujer. Había logrado separarse del papá de sus hijos y asistió porque una amiga, casi de prepo, le sacó un turno.

“Las preguntas de la entrevista me hicieron reaccionar, porque no reconocía mi situación como violencia de género”, dice. Y recuerda una en particular: cuántas veces había accedido a tener sexo sin querer. “La mayoría”, dijo. Después advirtió la violencia económica, que no salía a la calle sin su permiso, que no trabajaba porque él no quería y que no era mala madre si dedicaba un tiempo para sanarse. Se animó a buscar trabajo y consiguió entender que ella sí podía.

“El objetivo es que las mujeres nos demos cuenta cuándo una persona ejerce violencia, que lo aprenda a registrar, que aprenda a escuchar”, dice Marcela Arévalo, coordinado­ra del Grupo Mujeres. La terapia de grupo consiste en una sesión semanal, durante tres meses. Se reúnen en la calle Lima 90 (4° piso, oficina 2, correo fundaciona­brazos@outlook.com), a sabiendas del beneficio que implica para la mujer que sufre violencia escuchar a otras que están en situación similar.

La Fundación se financia con donaciones particular­es, que siempre escasean. Tiene, además, un programa de voluntaria­do y está abierta a recibir sugerencia­s sobre en qué escuelas trabajar, ya que además del grupo de terapia llevan adelante el programa Noviazgo Saludable.

“El 80 por ciento de las mujeres reconocen que la violencia empezó en el noviazgo, ahí hay que agarrarlos”, dice Arévalo. Asegura que los adolescent­es de hoy tienen “la lectura de que eso está mal”, pero están atravesado­s por la cultura y por lo que ven en sus casas.

Lucía tiene 33 años y su familia vive en el sur del país, a 1.500 kilómetros de Córdoba. Una vez, hace muchos años, había sufrido un episodio de violencia con un novio, hasta que le volvió a pasar. “Sin darme cuenta, entré en una manipulaci­ón, terminé conviviend­o sin que yo lo hubiera aceptado, sin poder poner un límite, porque uno necesita compañía, contención, y el otro avanza; y porque era lo único que tenía cerca”, dice. En una fiesta, él tomó de más, volvió manejando como loco y en el departamen­to la zamarreó e intentó violarla. Logró separarse, pero se daba cuenta de que estaba débil y vulnerable. Fue cuando vio un aviso de la Fundación Abrazos.

“Empiezo a escuchar otras historias, más graves que las mías, y empecé a ubicarme de lo que viví, porque llegué a dormir con una navaja abierta debajo de la almohada”, dice. Con el grupo adquirió herramient­as que la ayudan a detectar situacione­s de violencia temprana, a poner “un filtro” en las posibles relaciones y a empoderars­e ella misma. “Si me siento sola me pasa que el que primero que llega aparece como ideal, pero aprendí que no estoy sola, que tengo gente a mi lado”, cuenta. “Hay que diferencia­r cuando te cuidan a cuando te están manipuland­o, un ‘te quiero a un te quiero sólo para mí’”, concluye.

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Ayuda terapéutic­a. Fundación Abrazos, una opción para recuperars­e.

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