La Voz del Interior

Las cenizas en la roca de Santa Ifigenia

A un año de la muerte de Fidel Castro, su figura sigue presente en Cuba. Descansa dentro de una enorme roca de granito que se puede ver desde fuera del cementerio.

- Marcelo Taborda mtaborda@lavozdelin­terior.com.ar

Sus detractore­s lo dieron por muerto y anunciaron la noticia decenas de veces y, otras tantas, se les atragantó festejo. Fracasaron los más insólitos planes urdidos para acabar con su vida, que duró algo más de 90 años y dio letra a biógrafos y recopilado­res hasta la noche misma del 25 de noviembre del año pasado. Aquel día, con su deceso, desaparecí­a acaso el último protagonis­ta de los que marcaron el siglo 20.

Fue su hermano Raúl, cinco años menor que él, quien dio la comunicaci­ón que no tardó en rebotar en el mundo: Fidel Alejandro Castro Ruz había muerto.

Y aunque había delegado cargos y poderes a fines de julio de 2006, en la isla y en el resto del planeta se activaba la pregunta de siempre: ¿qué pasará con Cuba sin Fidel? Las incógnitas sobrevendr­ían a los días del duelo durante los cuales los restos de Castro recorriero­n por la carretera central la distancia que separa a La Habana de Santiago.

Cultores de las efemérides que resaltan la épica revolucion­aria que puso en fuga al dictador Fulgencio Batista en 1959, Raúl y su gobierno resaltaron que la vida de Fidel se apagó justo 60 años después de aquel 25 de noviembre de 1956, cuando el yate Granma partía desde México con 82 expedicion­arios detrás de una utopía. Ellos buscaban continuar desde la Sierra Maestra la lucha que se inició con el fallido asalto al Cuartel Moncada, de Santiago, el 26 de julio de 1953, pero esta vez desde la Sierra Maestra.

Desde esa Sierra Maestra se trajo la enorme roca de granito que se puede ver incluso desde la calle exterior al cementerio de Santa Ifigenia, el más antiguo de Santiago. En el centro de la piedra, una austera placa de mármol contiene sólo un nombre: Fidel. Nada más, ni nada menos.

En el interior de la roca, Raúl Castro (quien dejará su cargo en 2018) colocó las cenizas de su hermano el primer domingo de diciembre pasado. Más de 500 mil personas han pasado por allí desde entonces. A rendir tributo, a jurar lealtades o por mera curiosidad turística. Dejaron flores mandatario­s o políticos. O quienes, como la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, le prometió buscar la presidenci­a de ese país en mayo.

Más allá de homenajes oficiales, en un día cualquiera puede verse a hombres y mujeres mayores que van a rendir un silencioso agradecimi­ento.

La roca de las cenizas está junto al mausoleo de José Martí y delante de las tumbas de algunos participan­tes en el asalto al Moncada, así como también de muchos que se sumaron a la guerrilla de “los barbudos” seis décadas atrás. Ya más dentro del cementerio, se yerguen monumentos fúnebres de apellidos patriótico­s como Céspedes o Maceo, o la guitarra de un prócer de la música cubana como Compay Segundo.

Junto a algunas lápidas que el sol santiaguer­o hace más blancas, suelen flamear banderas de Cuba y la rojinegra del Movimiento 26 de Julio para indicar que allí yace un combatient­e.

Todo acompaña a la roca colocada a la izquierda del acceso a Santa Ifigenia. La que contiene las cenizas de quien, en su última voluntad, prohibió que haya monumentos, estatuas, calles o lugares con su nombre.

Un año después, sin embargo, la figura de Fidel y una pregunta siempre recurrente siguen presentes.

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(AP) En el centro de la piedra. Una placa de mármol contiene sólo un nombre: Fidel. El lugar fue visitado por más de 500 mil personas en un año.

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