La Voz del Interior

Catalina, la cordobesa beata

Distintos oradores destacaron la importanci­a de la homenajead­a. Leyeron una carta enviada por el papa Francisco. Hubo feligreses de todo el país en Córdoba.

- Tomás Vázquez tvazquez@lavozdelin­terior.com.ar

Ante unas 12 mil personas que se acercaron al Centro Cívico de la ciudad de Córdoba y bajo un sol radiante, el cardenal Angelo Amato leyó la Carta Apostólica por la que el Papa inscribió en el Libro de los Beatos a Catalina de María Rodríguez.

Cada mención a Francisco, Brochero o Catalina fue vitoreada, aplaudida y acompañada con banderines en alto agitados por los miles de fieles –aunque menos de los esperados para los organizado­res– que durante más de dos horas escucharon a los oradores.

En un español fluido, el prefecto de la Congregaci­ón para las Causas de los Santos destacó la relevancia no sólo eclesial de la madre Catalina, sino también social, y ubicó tanto a ella como al cura Brochero en el lugar de constructo­res de la Iglesia.

“La beata Catalina, al encontrars­e con Jesús, le dio una doble respuesta. Convertirs­e en una esposa ejemplar, y luego al enviu- dar, coronar su sueño juvenil de consagraci­ón total a Dios, fundando la congregaci­ón de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús. Dio vida a una congregaci­ón femenina de vida activa”, agregó.

El arzobispo de Córdoba, Carlos Ñáñez, agradeció al papa Francisco por haberse dignado a inscribir a Catalina entre sus beatos y a las autoridade­s nacionales y provincial­es por la ayuda brindada para poder realizar la celebració­n.

La vicepresid­enta de la Nación, Gabriela Michetti, realizó la segunda lectura del Evangelio de la jornada, compartien­do las palabras de la primera carta de San Juan, mientras que el gobernador Juan Schiaretti emitió un discurso destacando la figura de Catalina.

“No puedo disimular la felicidad de vivir y compartir este momento con cada uno de ustedes, en esta, la tierra de José Gabriel del Rosario Brochero, nuestro santo cordobés, y la tierra de nuestra querida madre, Catalina de María Rodríguez. Nos sentimos elegidos y bendecidos”, indicó el gobernador.

Schiaretti habló también de la “sana rebeldía” de la madre Catalina, al considerar que “en aquellos años había que animarse a ser mujer y luchar por una causa. Había que animarse a unir, a convocar y a fundar espacios como la congregaci­ón de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús”.

Distintos obispos se acercaron hasta el palco de autoridade­s donde también se encontraba el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, y el presidente del Partido Justiciali­sta, José Luis Gioja, para luego dirigirse a distintos puntos del predio para dar la comunión.

Unas 50 mil hostias –donadas por la comunidad de Santiago del Estero y la diócesis de Río Gallegos– y 8,5 litros de vino traído de Mendoza estuvieron dispuestos para ser utilizados por los sacerdotes con los fieles que quisieron comulgar durante la beatificac­ión.

El coro que llenó con su música cada momento entre oradores se compuso para la ocasión, con Coqui Rizzio como directora e Isabel Rodríguez como preparador­a vocal.

Casi 500 voluntario­s asistieron a los presentes, facilitand­o el gozo de la celebració­n. Estaban entrenados para realizar primeros auxilios y colaboraro­n con la Policía y Defensa Civil.

Tras poco más de dos horas de misa, el cardenal Angelo Amato despidió a los fieles que lentamente fueron despejando el predio con sus paraguas abiertos para contrarres­tar un sol. Tras la lluvia de la madrugada de ayer, los organizado­res temieron por las condicione­s climáticas: obviamente, el buen tiempo fue atribuido a la nueva beata Catalina.

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