La Voz del Interior

11 años sin saber quién mató a Nora Dalmasso

Uno de los casos policiales más resonantes de la provincia sigue inmerso en la impunidad y en el descreimie­nto. El viudo hoy es el único imputado, luego de que se cayeron otras tres hipótesis anteriores.

- Denise Audrito Correspons­alía

Uno de los casos policiales más resonantes de la provincia de Córdoba sigue inmerso en la impunidad y en el descreimie­nto. El viudo de Nora Dalmasso es hoy el único imputado en la causa, luego de que se cayeran otras tres hipótesis anteriores.

Seis mil fojas tiene el expediente del caso Nora Dalmasso (51), la mujer estrangula­da en la madrugada del 25 de noviembre de 2006, en su casa de Villa Golf, en Río Cuarto.

El quinto fiscal, Luis Pizarro, está como subrogante desde hace dos meses, pero en febrero o marzo asumirá un nuevo titular de la fiscalía del primer turno de esa ciudad y la causa volverá a cambiar de manos.

Fue el caso más resonante de la historia criminal de Río Cuarto en los últimos años: tuvo tres imputacion­es fallidas, estudios del FBI, denuncias de aprietes y dádivas, renuncias políticas, escuchas de la ex-Side, nulidades y apartamien­tos. Lleva 11 años inmerso en la impunidad.

Desde marzo de 2016, el viudo Marcelo Macarrón está imputado por homicidio calificado por el vínculo, pero en libertad bajo fianza. Un día por mes, a primera hora, cumple puntualmen­te con su presentaci­ón en Tribunales.

El fiscal que lo imputó, Daniel Miralles, fue recusado por haber realizado manifestac­iones extrajudic­iales y también le declararon nula una investigac­ión personal que hizo en Uruguay, sin tener competenci­a.

Lo que convencía a Miralles de que fue Macarrón, son los rastros de su ADN (determinad­os por Jack Ballantyne, en la Universida­d de La Florida, Estados Unidos) en “células epiteliale­s y potencialm­ente espermátic­as” halladas en partes intimas de Dalmasso, las sábanas y el cinto de la bata con que la estrangula­ron.

Cinco años atrás, cuando se sobreseyó al hijo de la víctima, Facundo Macarrón, esa misma prueba fue relativiza­da por el Laboratori­o de Genética de la Policía Judicial de Córdoba.

La genetista forense Nidia Modesti concluyó que, pese a los “profusos hábitos de higiene de la mujer” el ADN de Macarrón podía correspond­er a una relación que tuvieron en la madrugada del 20 de noviembre (día del cumpleaños del viudo). Según los ensayos realizados, el ADN puede permanecer siete días o más en zona vaginal, no se degrada, y puede transferir­se en prendas introducid­as en el lavarropas.

Con todo, hoy, la suerte de Macarrón depende de un peritaje aeronáutic­o. Fue pedido por la defensa para determinar si, en una ventana horaria de entre cinco y seis horas en su coartada, tuvo tiempo para tomar un vuelo clandestin­o de Uruguay a Río Cuarto, matar a su mujer, y volver a jugar el torneo de golf que ganó al día siguiente en el Cantegril Club de Punta del Este.

El nuevo fiscal Pizarro y su colaborado­ra y encargada de la causa, María Virginia Massuet, convocaron a un comisionad­o por la Policía Judicial para la pericia.

El defensor Marcelo Brito pidió que intervenga­n expertos ingenieros aeronáutic­os de la Junta de Investigac­ión de Accidentes de Aviación Civil.

“Una mafia”

Para Macarrón la causa recién prescribe en 14 años más, pero si desvincula­ran al viudo, y se calificara al hecho como homicidio simple, la prescripci­ón operaría el año próximo (a los 12 años).

En el cinto de la bata con la que la asesinaron, además del ADN de Macarrón, se determinó un ADN completo de un desconocid­o. Se podría cotejar, pero ¿con quién? El expediente Dalmasso tiene 30 cuerpos y varias carpetas anexas. Investigad­ores admiten que lo único que no se profundizó, porque el dato les llegó cuando el sospechoso ya había muerto, fue una versión sobre un hombre de apellido muy común, que podría haber actuado como sicario.

A quienes siguen desde el primer momento el caso bien de cerca les resuenan las palabras de la madre de Nora Dalmasso, Nené Grassi, quien a 20 días del homicidio, cuando todos buscaban amantes u obreros violadores, apuntó a “una mafia”. “A mi hija la han matado por venganza y al que la mató no lo van a encontrar porque ese hombre no es de acá, lo han mandado de otro lado”, expresó, aunque luego dijo que hablaba “sólo por intuición”.

El caso Dalmasso terminó por poner a la Justicia bajo un manto de suspicacia. Hace 11 años no había marchas que reclamen #NiUnaMenos. Los intereses económicos y mezquindad­es políticas, la incapacida­d técnica, el morbo y los prejuicios terminaron hasta ahora con una sola condena: la víctima. Mientras se imprimían las remeras con la frase: “Yo no estuve con Norita”, más lejos se escapaba el asesino.

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(LA VOZ) Rugby. A Macarrón se lo suele ver en público cuando asiste como médico a los partidos de Uru Curé.

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