Marcela Apanian, a 20 años del mal trago
En un restaurante, pidió una gaseosa y le dieron soda cáustica. Sufrió daños graves. Vive con muchas limitaciones de salud. Aún espera que se cumpla un fallo judicial de 2000.
Duda, porque dice que cada vez que aparece en un medio de comunicación, luego recibe intimidaciones.
Pero al final Marcela Apanian acepta contar cómo fue su vida desde la fatídica noche del 27 de noviembre de 1997, cuando fue a cenar con sus compañeras de trabajo al restaurante La Parentela (estaba en Pueyrredón casi Cañada) y en lugar de una gaseosa le sirvieron soda cáustica. Los daños en su boca y en su aparato digestivo fueron de extrema gravedad.
Itinerario
En ese momento, Marcela comenzó un camino quirúrgico que terminaría recién cinco años después, con una cirugía –la tercera a la que debió someterse– en Estados Unidos. Pero fue la primera operación la que le salvó la vida y la que ella más agradece: en el hospital Córdoba, los médicos Adolfo Uribe Echeverría y Néstor Bustamante le practicaron una esofagocoloplastia, que supone el reemplazo del esófago por un tramo del colon de la misma persona. Además, a Marcela le insertaron el píloro a la altura del cuello.
Poco después debió atravesar otra cirugía por una complicación intestinal. “Fueron momentos
MI VIDA FUE OTRA. YO ERA UNA LIEBRE, AHORA SOY UNA TORTUGA. VIVO CONDICIONADA POR LAS DIFICULTADES PARA ALIMENTARME.
terribles. Los primeros años debía comer cada una hora, someterme a dilataciones muy dolorosas porque la comida no me pasaba. Tuve una depresión que incluyó ataques de pánico y vivía encerrada”, relata.
En mayo de 2000, la Justicia condenó a Juan de Dios Castro –propietario del restaurante donde ocurrió el accidente, y de varios negocios gastronómicos más– a 20 meses de prisión en suspenso, inhabilitación para ejercer activi-