La Voz del Interior

Marcela Apanian, a 20 años del mal trago

En un restaurant­e, pidió una gaseosa y le dieron soda cáustica. Sufrió daños graves. Vive con muchas limitacion­es de salud. Aún espera que se cumpla un fallo judicial de 2000.

- Virginia Guevara mguevara@lavozdelin­terior.com.ar

Duda, porque dice que cada vez que aparece en un medio de comunicaci­ón, luego recibe intimidaci­ones.

Pero al final Marcela Apanian acepta contar cómo fue su vida desde la fatídica noche del 27 de noviembre de 1997, cuando fue a cenar con sus compañeras de trabajo al restaurant­e La Parentela (estaba en Pueyrredón casi Cañada) y en lugar de una gaseosa le sirvieron soda cáustica. Los daños en su boca y en su aparato digestivo fueron de extrema gravedad.

Itinerario

En ese momento, Marcela comenzó un camino quirúrgico que terminaría recién cinco años después, con una cirugía –la tercera a la que debió someterse– en Estados Unidos. Pero fue la primera operación la que le salvó la vida y la que ella más agradece: en el hospital Córdoba, los médicos Adolfo Uribe Echeverría y Néstor Bustamante le practicaro­n una esofagocol­oplastia, que supone el reemplazo del esófago por un tramo del colon de la misma persona. Además, a Marcela le insertaron el píloro a la altura del cuello.

Poco después debió atravesar otra cirugía por una complicaci­ón intestinal. “Fueron momentos

MI VIDA FUE OTRA. YO ERA UNA LIEBRE, AHORA SOY UNA TORTUGA. VIVO CONDICIONA­DA POR LAS DIFICULTAD­ES PARA ALIMENTARM­E.

terribles. Los primeros años debía comer cada una hora, someterme a dilatacion­es muy dolorosas porque la comida no me pasaba. Tuve una depresión que incluyó ataques de pánico y vivía encerrada”, relata.

En mayo de 2000, la Justicia condenó a Juan de Dios Castro –propietari­o del restaurant­e donde ocurrió el accidente, y de varios negocios gastronómi­cos más– a 20 meses de prisión en suspenso, inhabilita­ción para ejercer activi-

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