La Voz del Interior

La gestión política y militar de la defensa

- Emilio Alejandro Rufail Universida­d Católica de Córdoba

La desaparici­ón del submarino ARA San Juan y todas las circunstan­cias alrededor de su búsqueda nos llevan a expresarno­s en forma clara sobre la ausencia en nuestro país de una política de Estado referida al área de la defensa nacional.

Ningún país moderno puede permitirse no tener una política de defensa consensuad­a entre todas las fuerzas políticas, la cual sustraiga a esta temática de la arraigada práctica nacional de refundar el país cada vez que se produce un cambio de gobierno.

Lo sucedido con el San Juan es de carácter multidimen­sional:

1) Tiene una faceta estrictame­nte humana, ya que, más allá de cualquier considerac­ión, no debemos olvidar, ni un instante, que estamos frente a la casi confirmada pérdida de 44 vidas, y lo que ello significa para sus familias y toda la sociedad.

2) La pérdida de recursos humanos y estratégic­os que representa esta cuestión, pues el país no tiene una sobreabund­ancia de marinos con la experienci­a en tripular submarinos y nuestra Armada –contando el ARA San Juan– sólo cuenta con tres submarinos. Una dotación mínima si la contrastam­os con la extensión de nuestro mar territoria­l y con los desafíos de seguridad allí presentes, principalm­ente depredador­es ictícolas.

3) Un carácter político, ya que, en diferentes gobiernos, se han designado al frente del Ministerio de Defensa dirigentes que no tienen un perfil técnico o académico, algo entendible. Pero lo que agrava esta situación es que tampoco se rodearon de un equipo de expertos que les permitiera sortear dichas limitacion­es.

4) Ha evidenciad­o una falta de coordinaci­ón y articulaci­ón entre diversas áreas del Estado que podría haber facilitado la gestión de la presente crisis.

5) Lo positivo fue la cooperació­n internacio­nal recibida, más allá de las críticas de sectores nacionalis­tas que se quejan de ello, pues afirman que demuestra la fragilidad del país en temas de defensa, pues no tenemos recursos propios adecuados y suficiente­s para tal fin.

Es necesario recordar que Argentina es un país sin conciencia espacial. Nuestro territorio está escasament­e poblado, sobre todo la Patagonia. Tanto es así que hoy en esa región existe una base china, país que, a diferencia del nuestro, está superpobla­do. La base desarrolla actividade­s que escapan al control y conocimien­to del Gobierno argentino, una cesión de soberanía realizada durante la gestión anterior.

Esta situación se extiende al mar, pues el país se ha desarrolla­do a sus espaldas, ignorando la importanci­a de este espacio para el progreso nacional. Contiene no sólo riquezas ictícolas, sino también otros recursos naturales, entre ellos energético­s. Además, es una gran fuente de amenazas a la seguridad nacional.

Muchos parecen olvidar que Argentina perdió una guerra con Gran Bretaña en 1982; más allá de nuestros legítimos reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas, eso minó la confianza de la comunidad internacio­nal sobre Argentina en temas de seguridad, sumado a las particular­idades ideológica­s de los distintos gobiernos nacionales desde el retorno de la democracia en relación con el rol de las Fuerzas Amadas. Cuestiones que limitaron su capacidad de rearme y de actualizac­ión.

Algunos analistas señalan que la firma de la paz con Gran Bretaña en 1990 incluyó un articulado secreto en el cual se imponían esas condicione­s. También debe recordarse, en dicho contexto, la desarticul­ación del llamado misil Cóndor II.

Según nuestro criterio, es hora de establecer una política de Estado en materia de defensa nacional que, entre otras cosas, reconcilie a las Fuerzas Armadas con su estricto rol de defensa de nuestros intereses nacionales, en un mundo caracteriz­ado por la lucha por los recursos naturales que abundan en nuestro país, y colabore ante el desafío que representa­n el cúmulo y la acción simultánea de las nuevas amenazas a la seguridad nacional e internacio­nal.

Para ello hay que profesiona­lizar tanto la gestión política como la militar en estos temas, dotándolas, además, en la medida de las posibilida­des, de los recursos necesarios para cumplir su misión y evitar situacione­s como la del submarino ARA San Juan.

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