El club que fundó “el loco de la bici”
Todo nació en un baldío en Totoral y, hoy, Juventud Sportiva tiene su propio predio con una cancha. La historia del empuje del “loco” Nicolás Vergara.
“El loco de la bici”, como todos le llaman en Totoral, va en su bicicleta con un bolso colgado del hombro con 10 pelotas. “El loco de la bici” se llama Nicolás “Luli” Vergara, un pibe que no logró ser jugador profesional tras hacer inferiores en Instituto, y que, ante todo, es un tipo capaz de dejar todo por los sueños. Pero dejar todo de verdad. Vergara es un estudiante de educación física al que le faltaban algunas materias por recibirse y decidió ir en busca de su gran anhelo: tener un club.
Y arrancó sin nada: en un baldío, en el medio de uno de los barrios más humildes de Totoral y con una pelota. Nicolás le decía a todos que iban a tener una cancha, con un predio, con todas las categorías y que sus jugadores podrían luego dar el salto a clubes más grandes. Nadie le creyó. Y por eso le decían “el loco de la bici”.
A mediados de diciembre de este 2017, el propio Vergara será parte de la inauguración de la cancha del complejo Juventud Sportiva de Totoral. Su club, el que soñó.
“Esto arrancó como la mayoría de los proyectos, de una crisis. Yo estaba trabajando en Córdoba en un gimnasio, con el PF Alfredo ‘Puchi’ López. Yo ya tenía en mi cabeza hacer una escuela de fútbol, para volver a mi pueblo. Así formar jugadores. El sueño era vivir de eso. Estar ligado al fútbol. Estudiaba en el Ipef, que me terminaron faltando seis materias. Un profe me dijo que estaba perdiendo tiempo, que me dedicaba a mi pasión: el fútbol. Eso me movilizó y fue el espaldarazo. El tema es que no tenía lugar, arcos, ni elementos. Tenía algunas pelotas y unos conos”, cuenta “Nico”.
Allí fue cuando, en 2009, en un baldío de barrio Fátima hizo picar una pelota “y se llenó de chicos”.
“Un día hacía mucho frío y veía los nenes con una remerita, llenos de mocos. Ahí me cambió la cabeza. Yo quería cobrar una cuota, sacar jugadores…entonces, entendí todo. Se llamaba Escuela Educativa de Fútbol Totoral. Ahí me enfoqué en ayudar a estos chicos, cumplir una función social. Pero no tenía herramientas para modificar esa realidad. Vos querés hacer una buena obra, y capaz que un niño se te muere de frío. Los chicos iban sin comer. Era bravo. Entonces, le di fin a eso. Ahí fue un momento crítico. Dije: ¿qué hago? Y lloré en el río de Totoral”.
¿Qué hizo? Seguir adelante. Luego una mala experiencia dirigiendo la Primera División en Independiente de Totoral, en la que la dirigencia decidió no participar de la liga Ischilín una semana antes del comienzo del campeonato, se fue de ese club anunciando lo que vendría: “Esto no va a quedar así”.
“Ahí me fui a hablar con mi novia en ese entonces, Paula, y le dije sin vueltas, así al hueso: ‘Voy a hacer un club’. ‘¿Cómo lo vas a hacer?’, me dijo. ‘Ni idea’. Pero empecé a hablar con la gente que conocía. Muchos me decían si estaba bien o me había terminado de volver loco (risas). La actividad oficial de Juventud Sportiva Totoral arranca en enero de 2011 con