La Voz del Interior

Cuando la defensa recurre al ataque

- Francisco Guillermo Panero Pulso judicial fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

¿Cómo defender lo indefendib­le? ¿Cómo hacer frente a la innegable evidencia de un hombre con sus genitales cortados en el departamen­to de la acusada?

La tarea del defensor Carlos Nayi no es sencilla, si se tiene en cuenta que las evidencias y la prueba científica juegan en contra de su defendida, B.B., acusada de lesiones gravísimas calificada­s por el vínculo.

El delito con ese agravante prevé condena de tres a 15 años de prisión y, al tratarse de una pena de encierro efectivo, más otros indicadore­s, se presume que la imputada puede continuar con prisión preventiva.

Para responder esas preguntas, conviene aclarar que Nayi se ha desenvuelt­o habitualme­nte como abogado de víctimas, no de victimario­s. Esto puede explicar los porqués de los últimos movimiento­s de la defensa: B.B., acusada de castrar a un hombre, se ha transforma­do en una víctima de violación.

En esa agua, el defensor suele nadar más cómodo demonizand­o a quienes están de contrapart­e. Nayi, el más mediático de los abogados, recurre a la prensa para explotar al máximo los puntos débiles de “monstruos” que cometieron los crímenes más aberrantes.

A cuatro días del hecho, pidió en la fiscalía hacer la denuncia por abuso sexual, con las evidencias de moretones en su clienta y con los dichos de ella.

Pero para convertir en monstruo al hombre mutilado, deberá luchar contra no pocos obstáculos y evidencias que obran en la causa. Lo más contundent­e es la “hoja de ruta” que la propia acusada escribió de puño y letra para concretar el paso a paso de la mutilación.

Hasta el momento, numerosos testigos hicieron sus aportes y no hay indicadore­s que abonen mayormente la hipótesis de un ataque sexual del hombre a la mujer.

También será fundamenta­l el análisis de las comunicaci­ones entre víctima y victimario, más la posible evidencia fotográfic­a que pudiera haber en los celulares de los dos protagonis­tas de la historia.

La prueba es abundante, sostienen en ámbitos forenses, pero siempre referida a una sola de las versiones de este caso: la del hombre mutilado con una tijera de podar.

Frente a esta versión y a esas pruebas, poco es lo que existe como evidencia para abonar la hipótesis de la defensa.

Los dichos de la mujer, que como acusada no está obligada a declarar en su contra ni será castigada si miente, por el momento no parecen hacer variar la hipótesis más objetiva que surgió desde un comienzo.

Nayi jamás presenta peritos de control en los peritajes psicológic­os y psiquiátri­cos. Allana ese camino, y en este caso descartó la posibilida­d de una estrategia de una mutiladora inimputabl­e a partir de su salud mental.

Desde el comienzo, apostó a la reacción de ella por una acción de él. Indicó que tenía intencione­s de que B.B. declarara y respondier­a preguntas. Es habitual que los defensores hagan callar a su defendido en la primera indagatori­a, para acceder a los términos de la acusación y así elaborar la estrategia.

Pero, en este caso, era necesario pasar rápido al ataque –frente a las noticias–, y la única forma de sustentar esa demonizaci­ón de la víctima –el hombre con los genitales seccionado­s– era haciendo hablar a su defendida. Ella es quien acusa, lo que empuña como su mejor defensa.

Si bien hay algunos trascendid­os sobre lo que la joven de 26 años dio como versión ayer a lo largo de siete horas frente a Bettina Croppi, fiscal de Violencia Familiar, el avance de la instrucció­n y la profundiza­ción de las pruebas darán una idea cabal sobre si la estrategia de su defensor Nayi dio resultado.

HASTA AHORA, POCO ES LO QUE EXISTE COMO EVIDENCIA PARA ABONAR LA HIPÓTESIS DE QUE LA JOVEN SE DEFENDIÓ DE UN ABUSO.

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(R. VIÑUELAS / ARCHIVO) Abogado. Carlos Nayi defiende a la joven hoy detenida.
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