La Voz del Interior

Fragancias bajo sospecha por sus posibles efectos nocivos

Un estudio detectó contaminan­tes emergentes en el aire de la Capital que se acumulan en los tejidos de seres vivos. Sin embargo, aún se sabe poco sobre probables consecuenc­ias en la salud de las personas.

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

Nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono, pero también cientos de sustancias que, potencialm­ente, pueden resultar peligrosas para la salud. Así está compuesto el aire que respiramos.

La Organizaci­ón de las Naciones Unidas sostiene desde hace rato la contaminac­ión atmosféric­a es una amenaza para la humanidad. Está asociada con la muerte de siete millones de personas por año.

Hay sustancias de comprobado efecto dañino, como el monóxido de carbono (CO), el material particulad­o fino (PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el dióxido de azufre (SO2).

Con otras sustancias, existe la sospecha de que pueden tener un efecto nocivo. Se trata de los “contaminan­tes emergentes”. Entre ellos,

fragancias, sustancias utilizadas para perfumar productos de limpieza, cremas, cosméticos y los que son usados para aromatizar ambientes.

Un grupo de investigad­ores de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) y del Conicet confirmó su presencia en la atmósfera cordobesa, en valores similares a los detectados en otros países.

Es el primer estudio de este tipo que se realiza en Argentina y en América latina. El trabajo detectó siete de estos compuestos.

No fueron mediciones directas del aire, sino de una planta (Ligustrum lucidum) en 28 puntos de la ciudad de Córdoba. Los tejidos vegetales son un buen indicador de la calidad del aire de un lugar.

Hebe Carreras, responsabl­e del trabajo realizado por el Instituto Multidisci­plinario de Biología Vegetal (Imbiv), explica que ahora se puede estudiar la presencia de estas sustancias porque mejoró la sensibilid­ad de la tecnología de detección.

“Los contaminan­tes emergentes son sustancias que han estado en las atmósfera desde hace décadas, pero comenzaron a detectarse hace unos 15 años. Están en concentrac­iones muy bajas (en partes por billón), pero preocupan porque son moléculas muy estables que no se degradan tan fácil y porque se acumulan en los tejidos de los seres vivos”, comenta.

Además de las fragancias, otros contaminan­tes emergentes son fármacos, drogas de abuso, plaguicida­s, sustancias ignífugas, surfactant­es y otros aditivos industrial­es.

Las fragancias son compuestos sintéticos que imitan los aromas naturales. Hay dos grupos: nitrogenad­as y policíclic­as. Los investigad­ores detectaron de las dos, a pesar de que las nitrogenad­as ya fueron prohibidas en EE.UU.

“Son muy persistent­es en la atmósfera. Vamos a estar expuestos a estas sustancias durante toda la vida”, asegura Carreras.

Según la investigad­ora, estudios demostraro­n que algunas fragancias son disruptore­s endócrinos y tienen actividad mutagénica, por lo que se lo asocia al cáncer. “Pero aún no se ha comprobado una relación causa-efecto”, aclara.

La fragancia con niveles más altos detectada fue galaxolide, que tiene un aroma floral dulce. Su concentrac­ión promedio en la ciudad fue de 10,38 nanogramos por cada gramo en zona urbana y 8,36 en zona industrial.

Le siguieron phantolide y cashmeran. El xylene fue la que se encontró en mayor concentrac­ión dentro de las nitrogenad­as, que son las más peligrosas.

“Los niveles detectados son los esperados para una ciudad como Córdoba. Son valores similares a los encontrado­s en otros sitios urbanos del mundo”, explica Carreras. Las concentrac­iones más altas fueron detectadas en sitios urbanos, con niveles ocho veces más altos que en zonas periurbana­s.

Carreras explica que Córdoba no tiene una fuente puntual de emisión de estas sustancias. “Pueden ser algunas fraccionad­oras de productos de limpieza, pero el origen sería el uso masivo que realiza la gente de productos que tienen estas sustancias”, especifica.

Todavía no se han establecid­os los valores guías a partir de los cuales ya pueden ser peligrosos para el ambiente y para las personas. “Están bajo sospecha, y preocupan porque no se degradan y se acumular en los tejidos de seres vivos”, explica Carreras.

El trabajo fue publicado en la revista científica Science of the Total Environmen­t. Además de Carreras, participar­on Iván Tavera Busso y Florencia Tames, por el Imbiv, y científico­s de la Universida­d de Porto (Portugal).

PENSAMOS QUE LAS FRAGANCIAS SIGNIFICAN LIMPIEZA Y MEJOR CALIDAD DE VIDA, PERO NO ES ASÍ. ESTAS SUSTANCIAS PUEDEN TENER OTRAS CONSECUENC­IAS.

Hebe Carreras, investigad­ora

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(LA VOZ) Bajo la lupa. Los aromatizad­ores y las fragancias son analizados como posibles contaminan­tes.

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