La Voz del Interior

“Hayqueente­nderqueelp­actode LaHabanafu­eunadecisi­óndeEstado”

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–Colombia transita un período histórico tras los acuerdos de paz. ¿Puede esa paz todavía depender del resultado de las presidenci­ales de 2018?

–Quienes hemos estado comprometi­dos en la sostenibil­idad de los acuerdos de La Habana y en el acompañami­ento del diálogo con el ELN sabemos que había dos etapas muy claras. La primera implicaba la ausencia de enfrentami­entos armados. Fue lo que de alguna manera se concretó este año, cuando las Farc aceptaron desmoviliz­arse, solicitar amnistías, entregar las armas y constituir­se en partido político. Estamos en el final de esta etapa, y lo que viene después es el posconflic­to. Ese posconflic­to nos dirá cómo la sociedad pasa de vivir en una nación enfrentada, que solucionab­a sus diferencia­s a través de las armas, a transitar sus discrepanc­ias mediante canales democrátic­os y con un entorno social mucho más favorable que el de antes. Pero la última etapa no va bien. Yo diría que en Colombia la paz va bien, pero el posconflic­to va mal. El país respira paz, las Farc han cumplido con sus compromiso­s, pero el proceso de ambientaci­ón va lento; la sustitució­n social de cultivos, los pequeños proyectos productivo­s para las Farc, el resarcimie­nto a las víctimas, la ley de tierras. Eso va muy lento.

–¿Qué debería ocurrir para que la paz definitiva­mente se afiance?

–El país tendría que aceptar que los acuerdos de La Habana fueron una decisión de Estado. No fue que al gobierno de (Juan Manuel) Santos le dio por firmarlos; él lo hizo como jefe de Estado. No tiene sentido que ahora pongamos a las Farc a renegociar con otras entidades del Estado, como el Congreso, la Corte Constituci­onal o los organismos de control lo que estuvo acordado por el jefe de Estado en La Habana y depositado ante los organismos internacio­nales como instrument­os no modificabl­es.

–¿Se está cumpliendo lo acordado sobre víctimas y resarcimie­ntos?

–No. Parte del problema es que hasta ahora se le está dando luz verde a la Justicia para la paz con ciertas dificultad­es. En el caso de las víctimas, estamos hablando de 7,5 millones de personas, y en el registro no aparece más del cinco por ciento de ellas. O sea que vamos muy lento en el cumplimien­to por parte del Estado.

–¿Quétanlejo­sseestádef­irmar la paz con el Ejército de Liberación Nacional?

–Primero hay que entender que con el ELN es otro tipo de negociació­n. Hay gente en Colombia que piensa que se puede calcar lo que se hizo con las Farc, y eso no es así. Hay temas que son homologabl­es, pero los acuerdos tienen una dinámica distinta; el ELN tiene prioridade­s distintas a las de las Farc. Pero si el Gobierno puede mantener el cumplimien­to de lo pactado con las Farc, se van a facilitar los acuerdos con el ELN.

–¿Cree posible que Uribe haga fracasar el proceso de paz o lo alcanzado hasta aquí?

–Puede que fracase lo que viene después de la paz que es el posconflic­to, y que consiste en la reposición del tejido social con las víctimas, el tejido económico y el tejido político con la presencia institucio­nal y persuasiva del Estado, es decir, no necesariam­ente militar. Si es así, la paz podría recibir unos frenazos complicado­s.

–¿Qué chances políticas tiene el exlíder de Farc, Timochenko?

–Lo cierto es lo que ya pasó. Él es una figura que se sometió a las reglas democrátic­as y tiene todo su espacio para hacer campaña.

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