La metáfora real de la cama elástica
Cada vez que tiene que recordarles a los cordobeses cómo la droga daña todo el tejido social en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba, el cura Mariano Oberlín recurre a todo tipo de metáforas reales. Acostumbrado a trabajar en el fango de la sociedad, no le resulta para nada dificultoso encontrar todo tipo de anécdotas que describan como un puñal la realidad en ese territorio.
Una de las imágenes a las que más recurre, tal vez por lo contundente, es la que se produjo una tarde en la que junto a la parroquia de Müller compraron una cama elástica para que pudieran divertirse, aunque sea un rato, los chicos y más grandes del barrio.
Fue entonces que apareció un adolescente que se apuró en subir. Eran tantos que los organizaron en una larga fila, con el mandato de que cada uno iba a poder saltar unos minutos y luego bajarse para que todos pudieran ingresar.
Pero él, uno de los primeros en subir, no estaba muy dispuesto a cumplir con esa exigencia. Primero, recordó el cura, hubo que insistirle para que, finalmente, se bajara. Luego, intentaba colarse para saltar de nuevo.
“¿Qué te pasa que estás así?”, le preguntaron los organizadores. “Es que esta es la primera vez que puedo volar sin drogas”, respondió el muchacho.