José Luis Serrano, el Cordobés del Año
A través de Doña Jovita, su querido personaje, el actor fue emblema de la resistencia al proyecto de ley de bosques de la provincia. Sostiene que hay que cuidar la casa común, puesto que “nosotros somos árboles en este mar de vulnerabilidad”.
En una tarde abrasadora, de esas que bien sabe hacer arder el sol de Traslasierra sobre la pasmosa quietud del valle del verano, José Luis Serrano, metido en la espesura del monte, podía jurar que había sentido nacer allí mismo una brisa muy suave, silente, apenas el suspiro de un poro.
Se preguntó entonces si era la respiración de las hojas, una más una en medio de tanta frondosidad, o quizá el agitar de alas ocultas o perdidas. Al fin, ha pensado que es el propio aire el que se conmueve solo entre una y otra densidad de sombra y temperatura.
Es ese mismo bosque el que ha visto estallar de luz y sonidos en los finales de las madrugadas, en aquellos amaneceres de la infancia en al campo de la tía Elba, allá en Pozo de la Pampa, a unos kilómetros de su Villa Dolores natal.
El lugar era el escenario del estío de todos los primos González (tal su apellido real). La tía tenía vaca, hacía quesos, y sin embargo el bosque estaba allí, al alcance de las sensaciones y los sentidos, tan cotidiano y tan arcano.
Y hubo noches de esplendor de luna llena en las que se hundió en el verdor oscuro y pudo sentir cómo lo asaltaban turbiones de aromas penetrantes a medida que su olfato atravesaba plantas. Mientras, oía una extraña exaltación de sonidos tan vivos como no los había imaginado jamás. Una amiga, buscadora de arañas raras, le explicaría que las de la noche son horas de intensa actividad de polinización, que hay cientos de insectos, quizá alguno aún desconocido.
Para José Luis Serrano, el monte siempre ha sido un territorio de revelaciones, de sentimientos y, sobre todo, de la elocuencia de la vida. Algo así como el corazón del misterio del que estamos hechos
Sorpresa en la Legislatura El 14 de diciembre de 2016, la Legislatura de la Provincia convocó a un grupo artistas de Traslasierra para ofrecerle un reconocimiento, especialmente, a José Luis Serrano y a su insigne personaje, Doña Jovita, con el que acababan de cumplir 30 años de convivencia con la misma piel.
Por esos días, había tomado estado público el proyecto de una nueva ley de ordenamiento territorial de bosques, y algunos cuestionamientos habían comenzado a sentirse.
Serrano, ya convertido en la picante y graciosa anciana serrana, quería decir algo y pidió per- miso para hablar. Se lo dieron.
Entonces, el homenaje se convirtió en toda una sorpresa. Junto a Churly Corroza y al grupo Los Nietos de Doña Jovita le cantaron al árbol y pidieron protección para el monte nativo.
“Hay que estar muy estraviau para atropellar así a quien nos da la vida”, sentenció la entrañable vieja.
A partir de entonces, personaje y actor se erigieron en estandarte de la resistencia contra la ley de bosques, que se hizo sentir, particularmente, en las calles de la capital de la provincia con tres manifestaciones (el 28 de diciembre de 2016, y el 1° de marzo y el 28 de junio de 2017) de las que tomaron parte miles de personas.
La masividad del reclamo y el compromiso de organizaciones ambientalistas contuvieron el proyecto .
–¿Qué fue lo que te impulsó a cambiar el curso del homenaje a Doña Jovita?
–En esos días del acto en la Legislatura estaba preocupado porque se trataba de un proyecto de ley que fue elaborado con apuro. Lo que más me abrumaba era que se seguía contemplando solamente un tres por ciento de bosque nativo. Es decir, en todas las gestiones veníamos atrasándonos con esa deuda que tenemos con el ambiente, y este nuevo proyecto no sólo que no estaba dispuesto a proteger más, sino que iba a liberar zonas para el desmonte. Esto no sólo no se corresponde con la situación ambiental, sino tampoco con el reclamo de los campesinos que viven del monte y lo explotan de modo sustentable.
–¿Cómo sostienen una explotación sustentable esos campesinos que mencionás?
–A los que yo más conozco es a los del oeste provincial, que viven del monte y del ganado mejor, como cabras y ovejas. La manera de preservar un espacio está en sus tradiciones culturales y familiares. Por ejemplo, sacan la leña, pero se elige para no exterminar el recurso, del mismo modo en que lo hacían los abuelos y bisabuelos. Son explotaciones a pequeña escala, porque tener 300 hectáreas que no son de cultivo no significan demasiado.
–Y esa gente, que sostiene la actividad humana en la geografía profunda de la provincia, no suele ser tenida en cuenta en las decisiones.
–Porque no tienen una representatividad potente. Viven en zonas alejadas, de difícil acceso, y sus actividades históricamente no han sido consideradas. Aunque corresponde decir que está más visibilizada. Hay algunos acuerdos que dan protección. Por ejemplo, se acaban de abrir almacenes (Monte Adentro) en los que el movimiento campesino de Córdoba vende sus productos, hay uno en la Capital (Rivadavia 758) y otro en Villa Dolores. Se va tomando conciencia y se va haciendo con todos.
SEGUIMOS ATRASÁNDONOS CON LA DEUDA QUE TENEMOS CON EL BOSQUE NATIVO, CON EL AMBIENTE DE NUESTRA PROVINCIA.