La Voz del Interior

Reducen condena al “Chancho” Sosa y ya está en la calle

El renombrado narco de la zona este de la ciudad de Córdoba ya recuperó la libertad y regresó a barrio Maldonado. De los ocho años de prisión a los que fue sentenciad­o, cumplió la mitad.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

La noche del viernes 1 de este mes, el pasaje Alberti de barrio Maldonado, a menos de 200 metros del cementerio San Vicente, tuvo un ritmo distinto. René Alejandro “el Chancho” Sosa, el hombre de 36 años al que durante un buen tiempo varios le achacaron ser un capo narco en esa parte de la ciudad de Córdoba, acababa de abandonar la prisión de Bouwer luego de que la Justicia le redujera una parte de la condena, por haber estudiado en la cárcel, y le concediera la excarcelac­ión.

“Volvió ‘el Chancho’”. Lo que en un principio parecía un rumor fue tomando cada vez más forma en el vecindario. Aquella noche, fueron muchos, de cerca y más lejos, lo que se acercaron a celebrar su liberación.

Días después, más de un despreveni­do se sorprendió al verlo en la vereda de su casa de siempre. “¿Ya está libre?”, fue la pregunta que comenzó a rebotar de boca en boca.

Es que para muchos aún está fresco el recuerdo de la sentencia que el 1° de octubre de 2015, hace sólo dos años, lo condenó a ocho años de cárcel por la comerciali­zación de droga en matafuegos. El Tribunal Oral Federal N° 2 le endilgó el delito de comerciali­zación de estupefaci­entes agravado por haberse cometido con la intervenci­ón de tres personas organizada­s.

Sin embargo, Sosa hacía más tiempo que permanecía encerrado a la espera del juicio federal, ya que la última vez que había disfrutado de la libertad había sido el 18 de diciembre de 2013, día en que se presentó en Tribunales Federales y marchó preso. Antes, desde el 5 de mayo hasta el 10 de junio de aquel año, también había quedado detenido en el marco de la misma investigac­ión, aunque logró que el Juzgado Federal N° 1 lo excarcela- rabajounaf­ianzadesól­o20mil pesos.

O sea, “el Chancho” permaneció detenido, en total, durante 1.479 días, lo que significa el 51 por ciento de la condena que le impusieron hace dos años.

¿Cómo logró entonces que lo excarcelen cuando el mínimo es haber cumplido dos tercios de la pena? En la cárcel, Sosa se puso a estudiar. Primero finalizó el colegio primario y ahora terminó el primer año del ciclo secundario, por lo que fue promovido a segundo. También aprobó un curso de auxiliar de instalacio­nes sanitarias y gas domiciliar­io y realizó una formación de Derechos Humanos, con una duración de 33 horas reloj, avalada por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

Con ello, logró que el Tribunal Oral Federal N° 2 de Córdoba le redujera ocho meses del monto total de la condena, según lo establece el artículo 140 de la ley 24.660, con el que se intenta estimular que los reos estudien en prisión.

En el informe que terminó con su excarcelac­ión, los jueces valoraron, además, que en la cárcel “el Chancho” cuenta con una conducta ejemplar 10, según el informe del Servicio Penitencia­rio.

De esta manera, Sosa logró la ansiada libertad condiciona­l, ya que la pena recién se dará por concluida de manera total el 8 de marzo de 2021. Hasta entonces, deberá cumplir con seis premisas de rigor: residir en un domicilio fijo que la Justicia federal conozca; abstenerse de abusar de bebidas alcohólica­s; no consumir estupefaci­entes ni relacionar­se con personas vinculadas a estos; adoptar en un plazo razonable una actividad laboral lícita; no cometer nuevos delitos, y someterse al cuidado del Patronato de Presos y Liberados.

“El Don”

Sosa nació el 13 de noviembre de 1981. A su padre, Oscar “Kako” Sosa, lo mataron cuando él tenía 11 años, en medio de un tiroteo con la Policía. Desde entonces, “el Chancho” supo decir que quedó a la deriva y comenzó a “echar moco”, aunque siempre negó cualquier vinculació­n con el mundo del narcotráfi­co.

Para justificar de qué vivía, dijo que se levantaba temprano para leer los clasificad­os del diario, ya que compraba y vendía autos. Luego, abrió un boliche, al que primero llamó “El Don” y luego fue cambiando de denominaci­ón, en calle Roque Sáenz Peña casi Costanera, en la zona del ex-Abasto, frente al Parque Las Heras.

También tuvo su propio grupo de música, Cuarteband­a, que supo contar en sus filas con un cuartetero que hoy genera furor: Pitty Murúa.

Ahora Sosa ya no quiere hablar con la prensa. Es que en la causa de los matafuegos rellenos con pasta base, una de las pruebas que lo mandó a la cárcel consistió en un peritaje de voz: para establecer que se trataba de él, se comparó la grabación de una conversaci­ón telefónica con el registro de una entrevista televisiva que supo dar.

“El Chancho” saltó a la conside- ración pública luego de que el 26 de marzo de 2007, un niño, Facundo Novillo Cancinos (7), murió alcanzado por un proyectil de FAL al quedar en medio de un ajuste narco en Colonia Lola.

Fue aquel crimen lo que convenció a varios de que era momento de hablar y Córdoba comenzó a sacarse las vendas para reconocer que el narcotráfi­co se había arraigado en un vasto sector aledaño al cementerio San Vicente, y que dos de los “capos” de aquella época respondían a apodos de animales de corral: “el Chancho” Sosa y Jorge “el Gallo” Altamira. Sosa tenía sólo 25 años.

La caída de ambos comenzó a ser, desde entonces, paulatina. Señalados de tener “soldados”, guardaespa­ldas y vínculos con algunos policías, ninguno de los dos pudo escapar de la Justicia federal, que también recién entonces comenzó a preguntar por ellos.

No obstante, sus detencione­s y condenas mostraron, con el paso del tiempo, que el fenómeno del narcotráfi­co en esa porción de la ciudad lejos estaba de poder ser reducido a ellos dos.

“NADA QUE VER, SOY BOLICHERO”, ALCANZÓ A DECIR SOSA EN DICIEMBRE DE 2013 ANTES DE ENTREGARSE ANTE LA JUSTICIA FEDERAL.

AL ANALIZAR EL PEDIDO, Y ANTES DE QUE SE EXPIDIERA EL TRIBUNAL, EL FISCAL FEDERAL CARLOS GONELLA TAMBIÉN SE MOSTRÓ DE ACUERDO CON LA REDUCCIÓN.

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Cuando fue condenado en octubre de 2015, Sosa prefirió quedarse callado y no decir nada. Sabía que su destino estaba sellado.
(RAMIRO PEREYRA / ARCHIVO) En silencio. Cuando fue condenado en octubre de 2015, Sosa prefirió quedarse callado y no decir nada. Sabía que su destino estaba sellado.

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