La Voz del Interior

Radiografí­a de la banda de los cuatreros urbanos

Nueve personas acaban de ser enviadas a juicio acusadas de robar caballos y otros animales y de exigir suculentos rescates. Cómo eran los roles en esta organizaci­ón, según se desprende de la causa penal.

- Augusto Laros Especial

–¿Hay algo para robar? No tengo una moneda.

–Estoy igual, a pata. –Vamos entonces al campo en Falda del Carmen.

Este tipo de conversaci­ones, en las que acordaban salir a robar, eran habituales entre los miembros de “la Banda del Choro”, una red que la Justicia desmanteló y que se dedicaba fundamenta­lmente al robo de caballos con el propósito de exigir “rescates” para devolverlo­s a sus dueños.

De este modo, los sospechoso­s obtuvieron ganancias “fenomenale­s”, según aseguró la fiscal de Río Segundo, Patricia Baulies, a cargo de la investigac­ión.

La funcionari­a judicial acaba de solicitar la elevación a juicio. La instrucció­n demandó un año y medio de trabajo.

De esa tarea surge que existían dos bandas con nueve miembros en total. Una de ellas estaba asentada en Ciudad Evita y la otra en Capilla de los Remedios, en la periferia sudeste de la ciudad de Córdoba.

Todos están detenidos con prisión preventiva en la Cárcel de Bouwer. Fueron cayendo luego de diversos allanamien­tos. Tras las detencione­s, los lugareños aseguraron que se terminaron los robos.

Para dar con los miembros del grupo fueron claves las escuchas telefónica­s que hoy están transcript­as en el expediente judicial.

El 6 de julio último, la banda sufrió un gran golpe cuando fue detenido “el Rey”, uno de sus líderes. Unos días después cayeron otros tres miembros. Así se fue desbaratan­do.

Uno de los grupos se dedicaba casi exclusivam­ente al robo de caballos; y el otro además robaba agroquímic­os u otros elementos. Actuaban en distintas zonas de la provincia de Córdoba.

A todos se les imputa el delito de asociación ilícita, que prevé una pena de tres a 10 años de prisión.

La única mujer de la organizaci­ón está también acusada de participar de un robo calificado en Costa Sacate, donde murió uno de los delincuent­es. No es la única integrante a la que se le imputan otros delitos.

Más allá de estas redes, todos los miembros cometían otros hechos contra la propiedad, junto con personas ajenas a ella, siempre según lo que figura en la causa.

“Rescates”

La investigac­ión se inició gracias a que una víctima, harta ya de ser robada y de pagar para recuperar sus equinos, denunció todo y la Justicia decidió poner la lupa sobre el grupo delictivo.

De la pesquisa surge que hubo quienes padecieron hasta cinco veces el robo de su animal y por el que siempre tuvieron que pagar para recuperarl­o.

Si no pagaban el rescate, los animales eran vendidos a otras personas (incluso de otras provincias), los hacían participar en carreras o los carneaban para luego ofrecerlos en carnicería­s. Pedían 50 pesos por el kilo de carne.

En Río Segundo, una de las zonas más golpeadas por el cuatrerism­o, algunos pagaron entre 15 y 20 mil pesos para recuperar sus caballos.

Aunque la Policía lo desaconsej­a, las víctimas se habían acostumbra­do a tener que negociar por su cuenta y a terminar por pagar rescates.

La banda, activa desde 2013, azotó a vecinos de varias ciudades de los departamen­tos Río Segundo, Río Primero y Punilla, y llegaba hasta Córdoba capital. El último golpe fue el 13 de julio de 2016.

“Tenían un manejo incomparab­le de los caminos rurales”, dijo Baulies. Y aseguró: “Llevaban una vida dedicada y sostenida por el delito”.

Cómo operaban

La logística era similar en ambas bandas: durante la mañana, acordaban dónde robar; a la tarde, observaban si había gente en el lugar, revisaban el sistema de seguridad y controlaba­n si había policías; y, a la noche, se sumaban otros miembros para dar el golpe. Iban armados. También llevaban sogas, bozales y tenazas.

En la organizaci­ón, cada miembro tenía tareas precisas. Por ejemplo, los encargados de “salir a ver” identifica­ban los lugares a los que luego volverían a robar. Otros negociaban con las víctimas. Estos recibían el dinero y lo repartían con el resto de la banda. Otros se encargaban de despachar rápidament­e todos los elementos robados que no fueran animales.

También había niños en esta red. Ellos entregaban los caballos, siempre que estuvieran pagos.

Para poder negociar, era clave que no se efectuara la denuncia policial. De lo contrario, amenazaban con degollar a los caballos.

En el banquillo de los acusados estarán Sebastián “Pipi” Arrach

(36), José “Bardo” Bardus (35), Edgardo “el Flaco” Brila (36), Ismael Cisnero (25), René Mansilla

(44), Ricardo “el Rey” Mansilla

(52), Miguel “Cuchi” Tobares (29), Claudio “Tortuga” Vargas (23) y Maricel Vázquez (32).

Está prófugo el “taxista” de la banda: Armando Tobares. Se encargaba de llevar a destino a los que iban a robar y luego los buscaba en las inmediacio­nes.

Tras la elevación a juicio, sólo la defensa de uno de los imputados se opuso, por lo que aún no está firme.

 ?? (LA VOZ / ARCHIVO) ?? Víctimas. Vecinos de la zona rural de Río Segundo debieron pagar para recuperar sus caballos.
(LA VOZ / ARCHIVO) Víctimas. Vecinos de la zona rural de Río Segundo debieron pagar para recuperar sus caballos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina