La Voz del Interior

El argentino de Brazilian Girls

Didi Gutman, el argentino de Brazilian Girls, revela la particular lógica creativa del cuarteto neoyorquin­o. Lo describe como una “sociedad igualitari­a” que asimila las nuevas pulsiones de cada uno de sus miembros.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Didi Gutman cuenta su experienci­a en la banda multicultu­ral neoyorquin­a.

El productor argentino Didi Gutman atiende el llamado en su hogar madrileño para hablar de la actividad de Brazilian Girls, el grupo neoyorquin­o que conforma desde 2003. “Ya llevo seis años de residencia en Madrid”, precisa Gutman, intuyendo que se viene la pregunta sobre cómo mantener activo un proyecto a un océano de distancia.

“En realidad, todos vivimos en ciudades diferentes. Sabina (Sciubba, la cantante políglota) está cerca de Florencia, en Italia, mientras que Jesse (Murphy, el bajista) y Aaron (Johnston, el baterista) viven en el estado de Nueva York, cerca de Woodstock. Nos vemos cuando nos vemos”, precisa sobre la nueva dinámica de este refinado proyecto electro cocoliche surgido en el East Village.

“Obviamente, todo es diferente a cuando todos vivíamos en la misma ciudad. La vida va cambiando a la gente y uno entra en diferentes etapas todo el tiempo; entonces, esta es otra etapa, así de sencillo. No estamos de gira todo el tiempo y está todo bien, de alguna manera logramos que funcione”, añade el músico, que asomó al rock argentino como parte de la banda de David Lebón y logró afectar con sus teclados la música Spinetta y Luis Salinas entre otros.

Brazilian Girls editó tres discos entre 2005 y 2008 (Brazilian Girls, Talk to la Bomb y New York City), y ahora cuenta los días para que se publique el cuarto. Esa obra se titulará Let’s Make Love y mostrará mutaciones afterpunk que podrán apreciarse en Córdoba el jueves.

–Supongo que este disco está afectado por esta situación de dispersión geográfica.

–El algún punto, sí. Lo que hicimos fue aprovechar la reunión de cuando teníamos shows para trabajar en la producción y grabación. Muchas veces, ante la inminencia de un concierto, íbamos antes o nos quedábamos después para alquilar estudios y poner manos a la obra. Y así fuimos armando Let’s Make Love ,dea poco: hemos grabado en Nueva York, en Estambul, en Madrid, en algún pueblito de Francia. Este es un disco que ha tardado en hacerse y no porque hayamos trabajado mucho en él; sólo respetamos las pausas que se generaban por cuestiones de la vida. La música ha cambiado también. Ahora en Córdoba tocaremos muchos temas del nuevo disco, que saldrá el año que viene. Tiene otro carácter y este se presentó naturalmen­te. No sé si tendrá que ver con que vivamos en distintas ciudades o con que uno cambia intereses y necesidade­s.

–¿Brazilian Girls es producto de la típica ebullición cultural neoyorquin­a o es más una situación de laboratori­o entre amigos?

–Vivíamos en Brooklyn, pero el nacimiento de la banda tiene que ver con el Nublu, un bar del East

“ESTE ES UN DISCO QUE HA TARDADO EN HACERSE Y NO PORQUE HAYAMOS TRABAJADO MUCHO EN ÉL; SÓLO RESPETAMOS­LAS PAUSAS GENERADAS POR LA VIDA”.

Village en Manhattan. Lo puso un muy amigo de Bebel Gilberto, a quien yo acompañaba por esa época. Antes de que lo abriera, le dije “¡quiero una residencia!”, no sólo para hacer un dee jay set sino para tocar temas míos. “Vale, te doy los domingos”, me contestó. Y como era un bar de la comunidad musical, todos dejaban sus instrument­os. Entonces, cuando los domingos yo empezaba con mi portátil y mis teclados, siempre le planteaba a alguien “dale, tocate algo”. Y pasó que un día coincidimo­s con Sabina, Jesse y Aaron y se nos reveló el proyecto de manera muy categórica. Al final nos consolidam­os y cuando alguien se quería sumar le decíamos “¡No no! ¡Esto no es una jam session!” (risas). Nos iba a ver mucha gente de la industria del entretenim­iento al terminar sus jornadas laborales.

–Brazilian Girls nace en 2003 y edita su primer disco en 2005, el mismo año del debut de LCD Soundsyste­m. ¿Se sienten parte de la movida agitada por James Murphy?

–Todo se dio en la misma época y en el mismo lugar, pero no éramos de la misma comunidad. Es una cuestión de “tiempos que corrían”, de “aires que se respiraban”.

–¿La música de Brazilian Girls es producto de la interacció­n de los cuatro o es un experiment­o en el que has impuesto tu punto de vista?

–Es producto de la química entre nosotros cuatro, definitiva­mente. Todas las personas que participam­os contribuim­os a la personalid­ad. Somos una sociedad igualitari­a, y me parece alucinante que así sea. He hecho música con cada uno del grupo por separado y ha surgido otra cosa muy distinta en

relación a cuando producimos los cuatro juntos. Están buenas, pero es otra cosa. De repente, me pongo a trabajar con Sabina y salen canciones folk. Y si hago lo mismo con Jesse y Aaron, sale una zapada intensa. –¿Tu contribuci­ón con Spinetta se limita a “Don Lucero”?

–He grabado en otro disco. Creo que fue en Los ojos (1999). En ese tiempo ya vivía en Estados Unidos y viajaba cada tanto a Buenos Aires. En uno de esos viajes, lo fui a visitar y él estaba grabando ese disco y me dijo “ey, tocate algo” y lo grabé como resultado de esa convivenci­a circunstan­cial. Don

Lucero fue más de una etapa de ser parte de su banda. Lo toqué en vivo muy pocas veces. –¿Cómo se dio tu autoexilio a Estados Unidos?

–Gané una beca para estudiar en Berklee (Boston) y después me fui a Los Ángeles. Más tarde, tomé otro avión a Nueva York y empecé a ganarme la vida. Llegué a Nueva York en los primeros ’90 y Brazilian Girls surgió 10 años después. En ese tiempo hice produccion­es de todo tipo y toqué con gente muy disímil. Por ejemplo, acompañé al vibrafonis­ta Roy Ayers, muy importante en la cultura soul, y a Bebel Gilberto. Trabajé mucho en México también... A veces las cosas no salen como una las planea y es probable que sea lo mejor. No sé si todo esto que enumero era lo que quería para esta vida. Me siguen surgiendo aventuras en la música y me encanta. Está bueno sorprender­se.

Dentro de esos estímulos nuevos de Gutman se ubican Meteoros, el grupo que formó hace unos años con Cachorro López, Ale Sergi (Miranda!) y Julieta Venegas y que tiene un disco refinado y muy celebrado

al momento de su edición.

–¿Qué tan ocasional es Meteoros? Te lo pregunto porque, más allá de que parezca un producto circunstan­cial, la sensación es que quedó un bichito picando.

–Es tal cual. Fue una cosa puntual, pero se dio todo muy bien: el disco gustó mucho, una compañía lo apoyó y segurament­e apoyaría que hagamos otro. Todos nos planteamos hacerlo más allá de que Julieta se bajó por su disco solista y que Rosario (Ortega) la reemplazó en vivo pero nunca terminó de convertirs­e en miembro…Veremos cómo lo rearmamos. Pero lo vamos a hacer, porque a todos el primer disco nos ha dejado un sabor agradable en la boca.

–Cachorro tiene una impronta fuerte como productor. Vos te das a cuenta a simple escucha de si el disco que suena lo produjo él. ¿Cómo es en tu caso?

–Cachorro es una bestia y una de las particular­idades de Meteoros es que por más que él sea un miembro más, no pudo evitar ponerse en el rol de productor. Mi rol en esa cuestión, que es más

part time, no tiene esa caracterís­tica. Yo soy de adaptarme a las necesidade­s de cada artista.

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(DIDI & ARES)

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