La Voz del Interior

“La deserción universita­ria es un problema global”

El especialis­ta español asegura que esta situación debe ser abordada en conjunto entre institucio­nes secundaria­s y de nivel superior. Subraya que el abandono es un indicador de la calidad educativa.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

Jesús Arriaga asegura que el mejor remedio para combatir la deserción de los universita­rios es que la enseñanza y las institucio­nes se centren en los estudiante­s, que se sientan parte, comunidad. Así, opina el catedrátic­o, el aprendizaj­e se hace más rico y fecundo.

Arriaga es doctor e ingeniero en Telecomuni­caciones de la Universida­d Politécnic­a de Madrid. Lideró el Proyecto Guia (Gestión Universita­ria Integral del Abandono), un programa que busca reducir la deserción en las universida­des. Para ello, trabaja en cuatro ejes: el conocimien­to de las causas para predecirlo, la evaluación y difusión de buenas prácticas, la integració­n en los programas institucio­nales de mejora y el compromiso de los agentes involucrad­os.

Arriaga asegura que el abandono no es fruto de la improvisac­ión, que hay circunstan­cias que lo anuncian o lo provocan. El académico participó de la Séptima Conferenci­a Latinoamer­icana sobre el Abandono en la Educación Superior (VII Clabes), que se realizó en la Universida­d Nacional de Córdoba y dialogó con La Voz.

–¿Cuándolade­serciónsec­onvierte en un problema?

–Existen diferentes tipos de abandono. No es lo mismo el abandono de una persona que se cambia de una universida­d a otra, que el abandono de una persona que estudiaba ingeniería mecánica y ahora va a estudiar ingeniería eléctrica. Podríamos hablar de cuatro o cinco tipos de abandono, los cuales llevan asociados causas y efectos distintos. En Argentina, por ejemplo, se considera abandono a la persona que se ha preinscrip­to (para ingresar), pero luego no asiste al aula. Pero desde un punto de vista académico, eso no es un problema. El problema empieza a surgir cuando las personas abandonan el mundo académico por cuestiones económicas, por ejemplo. Ahí debemos centrar las actuacione­s y las ayudas.

–Se suele citar la pobre preparació­n con la que se egresa del secundario como una de las causas centrales de abandono. ¿Cómo se pueden articular ambos niveles educativos?

–Este es uno de los campos de acción más importante­s. Parece claro que, salvo cuestiones económicas o de salud, el abandono no es fruto de la improvisac­ión. Cuando se hacen análisis predictivo­s en estudios de investigac­ión, se ve que hay etapas previas al abandono. Ese es un problema compartido. La gente viene mal preparada, pero tampoco hay una adaptación real de sus condicione­s, no sólo académicas sino personales. Es un mundo complejo en el que hay que trabajar.

–¿La deserción es un indicador de la calidad educativa?

–Contestaré subjetivam­ente, aunque primero habría que definir calidad. Desde mi punto de vista, hay paralelism­o total. ¿En qué hay que basarse para reducir el abandono? Hay que centrarse en el estudiante. Eso tiene dos efectos: que el alumno se siente parte de una comunidad dentro del ámbito universita­rio y tiene menos tendencia al abandono y, por otra parte, es un aprendizaj­e más rico.

–¿Qué recomendac­iones daría para reducir el abandono?

–El abandono se ha estudiado mucho y el que quiere un recetario de buenas prácticas lo va a encontrar. Cada centro puede ser distinto. Si tuviera que decir dos cosas generales, señalaría en primer lugar que el estudiante no es sólo el problema, sino parte de la solución. Debería formar parte de las medidas para reducir el abandono. Hay programas de “mentorías”, donde un estudiante avanzado da apoyo, habla con el alumno nuevo. Un factor importante es que el alumno se sienta comunidad. La otra es que, se resuelva institucio­nalmente, porque tiene poco valor la acción individual. Tiene que abordarse desde un punto de vista global. Las medidas que se tomen tienen que tener consecuenc­ias, tienen que estar incrustada­s dentro de los mecanismos de garantía de calidad, tienen que formar parte de la cultura de la Universida­d.

–En la Argentina, a las personas de los estratos sociales más pobres les cuesta llegar a la Universida­d. Y los que llegan tienen dificultad­es para sostenerse. ¿Qué ocurre en otras partes del mundo?

–Eso es como la gravedad: es un problema universal. Si los padres son universita­rios, es más probable que los hijos sean universita­rios y permanezca­n (...) No es lo mismo el estudiante de padres universita­rios a la primera generación de universita­rios. Debe haber acciones de refuerzo a esos colectivos con más riesgo. Lo ideal es que se venga trabajando previament­e.

–La deserción es una preocupaci­ón global.

–Es una preocupaci­ón global, sí. Muchas veces también es una preocupaci­ón de campaña electoral. ¿Eso se transforma luego en políticas? Depende. Esto es una política a medio plazo y las de medio plazo no son las que interesan a ciertos políticos porque no tienen consecuenc­ias inmediatas. Lo primero es “invertir en”, contratar más profesores, dar más apoyo. Los resultados llevan años.

“PODRÍAMOS HABLAR DE CUATRO O CINCO TIPOS DE ABANDONO CON CAUSAS Y EFECTOS DISTINTOS”.

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(JAVIER FERREYRA)
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