La Voz del Interior

El volcán carcelario vuelve a temblar

- Claudio Gleser Código rojo cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Algunos dicen que fueron sólo dos. Otros afirman que en total se escucharon seis. Otros, en cambio, insisten en que fueron muchos más de 10 los disparos que sacudieron la madrugada.

Eran las 4 del miércoles último cuando varios presos, tras limar barrotes y saltar como gatos, estuvieron a poco de hacerse humo del Establecim­iento Penitencia­rio N° 9 (EP), de no haber sido por los guardiacár­celes externos que lograron abortar la fuga del complejo de barrio Cáceres, en Córdoba capital.

El Servicio Penitencia­rio de Córdoba (SPC) minimizó el grave episodio y llegó a falsear, en parte, la informació­n. Desde la institució­n que controla las cárceles cordobesas y que depende del Ministerio de Justicia provincial, se habló de un episodio menor y de un par de disparos al aire por parte de los guardias.

En realidad, según precisó el fiscal Rubén Caro (a cargo de la investigac­ión), hubo disparos tanto de los uniformado­s como de unos malandras que, actuando como apoyo externo, gatillaban pistolas desde la calle.

En el lugar, quedaron varias cápsulas de balas disparadas. Por el episodio no hubo heridos, y los presos, por seguridad, fueron enviados a las pocas horas a la cárcel de Bouwer.

Ubicado a pocas cuadras del Centro, cerca del hospital Misericord­ia, el EP-9 funciona como una gran alcaidía donde se encierra a los detenidos que la Policía atrapa por delitos en las calles. Es el paso previo a la cárcel.

El centro penitencia­rio ya había sido noticia hace poco, cuando un preso logró escabullir­se de los guardias por el ventiluz de un baño. Fue atrapado horas después en la casa de un familiar.

Fuentes penitencia­rias vienen denunciand­o por lo bajo, desde hace tiempo, que la capacidad de esa alcaidía no da para más, como así tampoco sus celdas, y que el personal es insuficien­te.

La frustrada fuga de aquellos rufianes (por cierto, están presos por delitos de poca monta) se agrega a una inquietant­e y sistemátic­a cadena de serios episodios que se viene dando, en el último tiempo, en el universo penitencia­rio cordobés.

Es cierto y vale decirlo: no tenemos (por lo menos que se sepa) violentos motines o tomas de rehenes muros adentro, como sucedió varias veces años atrás y que quedaron grabados en nuestra memoria.

Sin embargo, son hechos que volvieron a encender las luces de alerta sobre lo que pasa (y mucho se oculta) en las prisiones.

Por caso, en los últimos tiempos se encontraro­n dos armas de fuego en distintos pabellones de la cárcel de Bouwer. La última vez fue un 32 cargado, que estaba escondido detrás de un matafuegos en un sector por donde pasan guardias y presos de buena conducta.

Conocedore­s del mundo carcelario vinculan el hallazgo de ese “fierro” con el extraño caso de un narco a quien se le encontró en su celda dinero en efectivo de dudosa justificac­ión.

Hasta ahora, nadie se explica cómo las armas prohibidas surfean con facilidad los controles penitencia­rios.

A todo esto, hay una investigac­ión no oficial para saber qué pasó con una llave a cargo de guardias y que se extravió. Una llave que permite abrir puertas de un pabellón en la mismísima Bouwer, independie­ntemente de que sean aberturas electrónic­as. No está confirmado si la misteriosa llave apareció o no.

Estos hechos, a simple vista aislados, no serían preocupant­es si no fuera que justamente se van acumulando en una cadena de incidentes muros adentro, a la par del incesante secuestro de drogas y armas caseras.

La impunidad de algunos presos ya quedó en evidencia en estas páginas, como sucedió con aquellos que exhibían fotos o videos en los que posaban con armas blancas o drogas, como si nada. El regodeo de algunos era

NUNCA ES SIMPLE LA REALIDAD DE UNA CÁRCEL. AHORA BIEN, EN CÓRDOBA, SE ENCENDIÓ LA LUZ DE ALERTA POR LA SUCESIÓN DE GRAVES HECHOS EN EL MUNDO PENITENCIA­RIO.

tal que llegaron a exhibir imágenes en sus propias cuentas de Facebook.

¿Cómo lo hacían? A través de celulares ingresados vaya a saber uno cómo. El uso de esos teléfonos, por parte de algunos reos, tiene un capítulo extra: sirven para cometer estafas telefónica­s de variada gama.

A la hora de explicar ese descontrol, desde el SPC señalan que drogas y celulares entran a las cárceles ocultos en los cuerpos de las visitas, y añaden que los guardias, por orden judicial, no pueden desnudar a nadie.

Al respecto, la última promesa de las autoridade­s provincial­es es una inversión de 30 millones de pesos para comprar e instalar escáneres en 2018.

Aunque en Córdoba sabido es que una cosa es decir y otra es cumplir, y además bien.

No menor en todo este volcán penitencia­rio es que, a la par de las recurrente­s peleas entre presos, la población de internos no deja de crecer desde hace años (tanto en Bouwer como en Cruz de Eje) y las celdas quedaron ya chicas. Sabemos de sobra lo que provoca la superpobla­ción.

AL HALLAZGO DE ARMAS Y DE DROGAS AHORA SE AGREGÓ UN VIOLENTO INTENTO DE FUGA DE UNOS PRESOS. HUBO DISPAROS Y VERDADES A MEDIAS POR PARTE DE LAS AUTORIDADE­S.

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El consumo de drogas por parte de presos, uno de los problemas del sistema carcelario cordobés.
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