La Voz del Interior

¿Qué cambió para que Mario cambie?

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Hay que reconocer que la última palabra siempre la tiene Mario Pereyra. Todo el tiempo se escuchan rumores de pasillo, certezas que después no son tales, relatos épicos (mi preferido es aquel que dice que Mario salió del hospital días después de la angioplast­ia, y fue a la radio en bata y pantuflas con la familia enojada atrás). Hay colegas que decían tener la posta sobre el futuro de la radio sin Mario; y quienes contaban si las acciones valían tanto más con él adentro y tanto menos sin él; que si la política tuvo que ver o no en este juego de idas y vueltas; que si tenía comprados dos cruceros o un largo viaje por Europa para 2018.

Todos creen saber lo que hace (e incluso piensa) Mario Pereyra, pero lo cierto es que, en un segundo de aire, él puede echar por tierra todas las especulaci­ones y decidir dar continuida­d a su exitoso proyecto radiofónic­o cuando la gente menos se lo espere. Por qué cambió de idea probableme­nte lo sepan Pereyra y un par de personas más de su entorno. Si es un año más o son muchos, también.

Sobre las insistente­s preguntas que los periodista­s hacemos, él siempre supo esquivarla­s con suficiente oficio: nunca ponía fecha a su retiro, o incluso reconocía que el momento de irse del aire sería cuando el cuerpo le dijera basta, porque, si no, le resultaba imposible tomar la decisión.

La diferencia este año es que solito, con las planillas de Ibope en la mano, anunció el retiro “invicto, después de 33 años”. No fue en respuesta a un periodista insistente por tener la fecha de jubilación y un gran título; ni nadie esperando por los nombres de aquellos a los que considera sus herederos.

Alguna vez eligió algunos “sucesores”, dejándoles los sábados (en orden alfabético, para que nadie se ofenda: Rebeca Bortoletto, Omar Pereyra, Pablo Rossi y Sergio Zuliani). Todos se fueron de la emisora hacia otros proyectos. Salvo el nombre de Gabriela Tessio (él mismo lo dio allá por el temprano marzo), Mario no volvió a señalar a nadie para una futura radio sin él.

Los rumores de pasillo, sin embargo, no descansaro­n. Y si alguien había osado ponerse el traje a partir de enero, deberá quedarse en malla para el verano. Mario se quedará... hasta que no.

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