La Voz del Interior

Macri y Schiaretti se mostraron juntos en un día clave

El Presidente visitó el obrador de la autopista 19 y una planta depuradora de líquidos cloacales cerca de San Francisco. Se mostró en total sintonía con el gobernador y habló de la necesidad de aprobar las reformas.

- Federico Giammaría fgiammaria@lavozdelin­terior.com.ar

Ariel Rodríguez contaba que en septiembre, junto a su congregaci­ón (Los Pescadores de Hombres, de la Iglesia Evangélica), había ayunado durante 40 días. “Pedimos por el país y para que al Presidente le vaya bien”, recordaba ayer al rayo del sol. Lo decía metido en una caja de cemento a medio terminar, en la planta de tratamient­o de líquidos cloacales que se construye en las afueras de San Francisco. Eran las 10.30 y el calor abrumaba. En pocos minutos, llegarían el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y el presidente Mauricio Macri. “Si puedo, los voy a saludar”, se entusiasma­ba el albañil.

Ayer se produjo la 11ª visita de Macri a la provincia. Fueron más de tres horas de recorrida por obras: la mencionada planta cloacal (financiada entre ambos gobiernos) y la autopista que unirá la capital del departamen­to San Justo con Córdoba (con fondos de la Nación). Una puesta en escena que buscó mostrar al Presidente cerca del “Gringo” (así lo llamó a Schiaretti tres veces) y una muestra más de cómo Cambiemos comunica su gestión.

Rodríguez es uno de los tantos obreros que trabaja en la planta de

San Francisco. Hace unas dos semanas que ingresó, y se entusiasma: “Esto va para largo”. A su lado, Mario Juárez también hablaba de Dios. Decía que logró el ingreso por un capataz que conoció en la iglesia. “Esas cosas no son casualidad”, decía.

Obrador

Macri había pasado primero por el obrador de la autopista. Un centro de trabajo cercano a la comuna de San Bartolomé, a ocho kilómetros de la ruta 19. Allí no entró la prensa, pero por las imágenes que difundió el Gobierno nacional el Presidente tomó mate con los obreros, se sacó fotos con alumnos de un colegio rural y después sobrevoló la traza del camino.

Voló en helicópter­o hacia San Francisco y llegó a la planta (lo esperaban unas 70 personas, entre periodista­s, funcionari­os y militantes) a las 11.58. Bajó de una camioneta junto a Schiaretti y, juntos, se pararon frente al público. Primero habló el gobernador, que agradeció la visita y enfatizó la importanci­a de las obras llevadas a cabo en conjunto. Luego, Macri.

“Buen día, ¿cómo andan? Feliz de estar en Córdoba”, dijo Macri. “Es mi provincia, Gringo”, agregó, y rápido mencionó que se estaba haciendo una obra que esperó 60 años. “¿60 me dijiste?”, le preguntó al intendente. “Esperemos que esta obra se termine a mediados de 2019”, pidió.

El intendente era el peronista Ignacio García Aresca, que miró pasar el micrófono y soportó estoico los casi 40 grados, el viento infernal y la tierra. Siempre con una sonrisa.

Luego, de nuevo con Schiaretti. “Como dijo el Gringo: Córdoba es el gran motor de la Argentina”, remarcó Macri. Y destacó la importanci­a de que la gente tenga cloacas en su ciudad.

Al final, envió un mensaje a Buenos Aires, donde se debaten las reformas que quiere el Gobierno. “Vamos a aprobar leyes que den previsibil­idad. Vamos a decir la verdad y cuidar a todos”, dijo Macri, en respaldo a las reformas previsiona­l, tributaria y laboral.

Corto

Fueron unos nueve minutos de exposición. Contados por reloj. No hubo contacto con la prensa, sí un par de fotos con el público y un salto rápido, con un trotecito, hacia la camioneta. De vuelta al helicópter­o. De vuelta hacia Buenos Aires.

“Juani”, uno de los integrante­s del equipo de prensa de Presidenci­a que repartía pulseritas rosas, se encogía de hombros. ¿No habla Macri con la prensa?, le preguntaro­n. No. “Pero no se pueden quejar: tenemos un informe que dice que ha dado 166 entrevista­s exclusivas a medios del interior, de Buenos Aires y del exterior”, respondió. A esa altura, Rodríguez y los demás obreros habían dejado su tarea y sacaban fotos con sus teléfonos celulares. Sus cascos azules los identifica­ban ante los policías (muchos de civil) y funcionari­os del PRO.

En el medio, un gigante calvo impedía que nadie intentara siquiera saltearse los controles. Una especie de “The Rock” local, conectado a los demás integrante­s de seguridad por un intercomun­icador espiralado que le salía de la oreja.

Eso hasta que el helicópter­o levantó vuelo y la tierra lo cubrió todo. Era hora de volver a trabajar.

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(PEDRO CASTILLO) Trotecito. Macri apura el paso rumbo a la camioneta y Schiaretti lo sigue atrás.

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